28/9/15

Es el momento

Una pregunta inocente, absurda y medio retórica. Esos lazos finales, ese abrazo entre risas. La felicidad de un resultado trabajado, desde la naturalidad. Contactos relajados y caricias guiadas. Mi nuevo mundo al fin descubierto. Cuánta felicidad encontrada.

Horas que pasaron sin pasar, con mi torpeza y mis pies prematuros. Fallos aceptados, rectificando con ayuda. Increíble. Porque he llegado a mi meta. A donde podía llegar, porque el camino era claro, sólo tenía que avanzar.
Y es que las cosas acaban en su lugar, porque adoro dónde he llegado. Que me saques a bailar, no es sino el reflejo de que las cosas encuentran su lugar. De que el cariño y el amor individual, llevan las cosas, de manera natural, a donde deben estar. 

Mi felicidad se redujo a eso. A saber que conseguí lo que labré con esfuerzo y valentía. Un piropo, una sonrisa, una invasión, un roce de dedos, de cuerpos. Una danza que bombea al unísono los latidos de artistas y principiantes. Un abrazo y unas palabras de apoyo.

Tanto aprendido, tanto superado, tantas horas y tantas ganas de repetir. Sin distinción de edad, sin distinción de sexo, sin distinción de orígenes.
Un grupo de verdad y nuevos objetivos marcados.

25/9/15

Tinta seca

A ver si entiendes que me enamoré. Me enamoré de la única que estaba dispuesta a hacerlo. De la única que me ha llevado a tantos y tantos sitios a la vez. De la única que paciente, aguanta mis llantos, mi rabia, mis sonrisas, mi felicidad. La única que cada día me daba algo nuevo, un beso que inhalaba todos mis sentidos. La que con buenos días afrontaba tantas metas y dificultades que decidieron agolparse en una misma esquina. La que cambiaba de dirección.

Me enamoré de la única que no ponía excusas para no verme. De la única que no jugaba conmigo en silencio. La que me dejaba participar en cada nueva tirada. La que desea compartir sábanas cuando las había de por medio. La que aunque me duela, sigue a mi lado. La que desea tanto como yo un nuevo abrazo. La única que quiere estar conmigo.

Pero algo estaré haciendo mal. Porque lo que he dado de mí, parece no haber encontrado el mismo hueco. Las medidas cambian de un lado a otro. Y eso es que algo he hecho mal.
Porque todo el sentir no se queda entre unas y otras. No queda en una frase inexistente cuyas lunas son propiedad de otra.

Si no te quisiera, no podría cantar. Si fueras menos que nada, todo el dolor habría sido inexistente, todas mis ganas, todo lo bueno que he sentido. Lo que siento al recordar algo que nunca dejé ir. Que se fue sin más. Todo lo nuevo que me descubriste a sabiendas de que los extremos se hacían cada vez más invisibles. El dolor y el placer. Lo bueno y lo malo. El momento y el lugar.

Si fueras otro papel encerrado en una caja, no seguiría absurdamente esperando a que me besaras otra vez. Y es que me enamoré de mí, idiota.

22/9/15

Y yo

Mi mente vaga en un suspiro. Mis suspiros por ella. Una pasión abrumadora que llega, toca y mata. Mata para llevarme al mismo cielo. Un cielo donde los dioses apenas llegan a las sandalias de aquella magia. La que me hace vibrar. Cada segundo. Cada hora. Me desconcentro pensando en ella, porque es mi vida, mi calma, mi sueño, mi entrega y mi alma.

Una nueva nota recorre con un estrepitoso rayo serpenteante cada fibra de mi cuerpo. Mi alma llora. Llora de alegría y júbilo. Al momento, llega a los infiernos y sufre una nostálgica batalla. Entre el vaivén de los sentimientos, mi corazón late como nunca antes.

La música me quema, me llama. Mi lugar, mi sitio.
La armonía me sitúa entre focos y desconocidos. Me sitúa en mi lugar.
Me enamoran nuevos ritmos. A destiempo mi cuerpo se amolda al llanto de unas cuerdas que me transportan hacia el olor otoñal de la primavera.
Qué hermosura. Regalo divino que me olvida de lo demás. De los demás.
Mi amor, mi vida, mi alma. La música. La única.

20/9/15

En boca ajena

No siento. Sólo eso. No sé qué sentir. Cómo reaccionar. Sé que no estoy mal.

La bipolaridad y tu indecisión han llegado a una monotonía nostálgica que no me gusta, no me hace sentir cómoda. Pero tampoco duele. Al fin, entre mis mentiras, dejaste de creer en la verdad y lloraste por algo que después de romper, tiraste a la papelera. Pero la basura bajó sola. Te veo sufrir, te siento cerca del mal sin conocer nada de ti. Sin conocerte, como siempre.
Pero la nostalgia vuelve. Sé tanto de ti. Conozco tus esquinas sin que me las cuentes, aunque lleguen a más de cuatro. Odio saber de ti.

Nada de sentimientos, solo hechos trágicos y reales que me recuerdan que no eres tú quien me los cuenta. Y aún así, si algún día pides mi mano, te responderé con tus silencios ofreciendo las dos. A pesar de no saber dónde o cómo estás. A pesar de no querer cruzar otra nueva mirada. Una mirada que no recuerdo.

Miedos del pasado y equivocaciones forzadas. Porque duelen las despedidas inesperadas, pero al menos tengo un adiós. Y es que no se puede esperar un adiós de las personas cobardes, con mentiras acalladas sobre un papel durante años.

8/9/15

Qué pena, llueve

Una cosa simple. Eso dicen algunos. Y los creo. Es fácil, pero decidimos complicarlo. Bueno, mejor dicho, decidís complicarlo.
He llegado al punto de entender que la necesidad de sacarlo todo ha sido creada por aquellos que se sienten solos. La necesidad de guardarlo, por aquellos que quieren atención. Por aquellos que necesitan creer que alguien va tras sus pasos.

Mil vueltas ha dado mi vida. He terminado cansada de todo, porque intentar comprender lo incomprensible quema a cualquiera.

Una amistad rota que salió tal y como entró, de casualidad y sin preferencias. Una niña aferrada a una locura que vivir y llevándose con ella parte de aquello que nunca volveré a dar. Robando besos secretos sentenciados a pena de muerte. Un drama de juegos y vicios que huyó de mí en cuanto tuvo excusa, ocultándose bajo mentiras y te quieros emborrachados. 
Mi primera vez, un amor que nunca creí llegar a experimentar, pero que, ciegamente, me fue llevando hasta una luna llena que siempre recordaré. Con todo y a pesar de la grosería que apenas nos dejó unos minutos a solas. El flechazo, el de verdad. El platonismo en toda regla y mi amor por la realidad, no por motivaciones ficticias ni desesperanza vacía. La alegría de vivir. Y el tiempo ante la única normalidad que el destino ha decidido colocarme. Para variar, mi suerte siempre está cerca.

El repaso de una vida que hoy me hace reír. Tras meses de estancamiento positivo, ante la soledad, ante los nuevos objetivos, ante los silencios acomodados. Ante el recuerdo de mis grandes errores agolpados en una estantería vieja de madera.
Ante el hecho de que tu tinta ha acabado junto al poco polvo que acumulan los juegos sucios del pasado. Porque querida, en tu caja cabe de todo y como siempre, todo lo que hay dentro se autoclasifica en errores de los que aprender.

Y ahora aquí estoy yo. Sonriendo, feliz sin esfuerzo. Porque me arreglo sin desgana, queriendo impresionar. Porque cada vez que veo el reflejo de tus ojos, sé que eres mi camino. Sé que eres lo que quiero y lo que en un futuro tendré. Sé que me sacarás a bailar, que me llevarás de conciertos y musicales. Que me perderé entre tus sábanas y que tu sonrisa me elevará al mismo cielo.

Porque la suerte no la elegimos, pero sí la hora a la que despertarnos, sigamos o no soñando.

Esto es una locura, bendita locura que me hace renacer.