14/8/20

Modo zen

No es vacío, pero tampoco esa plenitud. Escuchando a Eva, algo pasa porque vuelvo a mis principios. Viajando entre países, visitas pasajeras y un número impar.

Treinta y tres, la edad de la traición, el lugar de los desencuentros. El encierro me devolvió al número dieciséis y a sensaciones inesperadas, llenas de miedo, pero maravillosas. El problema es que de nuevo la única valiente soy yo, pero habiendo aprendido y escuchando la voz de la experiencia que antaño fue dolor, dejé correr el Agua.

Pero lo echo de menos y volver a cuando te vi para retomar desde donde lo dejé no sirvió de nada. Seguía allí, en ese sitio y en ese momento, pero el destino y las ganas seguían señalándote a ti, tan lejos, tan desaparecida, tan nada y yo con ganas de que seas algo.

Pero mi lucha contra tus miedos es igual que mi lucha contra tu silencio. Una lucha perdida en la que camino mirándote sin ver esperando tu redención. Queriendo convencerme de que no vas a volver para que el golpe no duela tanto cuando no vuelvas.

No me bastó con superar los míos, sino que los tuyos también me condenan. Miedos. Rabia que pierde fuerza hasta encontrarse con un silencio que invita a meditar. Invita a activar el modo zen.