20/9/15

En boca ajena

No siento. Sólo eso. No sé qué sentir. Cómo reaccionar. Sé que no estoy mal.

La bipolaridad y tu indecisión han llegado a una monotonía nostálgica que no me gusta, no me hace sentir cómoda. Pero tampoco duele. Al fin, entre mis mentiras, dejaste de creer en la verdad y lloraste por algo que después de romper, tiraste a la papelera. Pero la basura bajó sola. Te veo sufrir, te siento cerca del mal sin conocer nada de ti. Sin conocerte, como siempre.
Pero la nostalgia vuelve. Sé tanto de ti. Conozco tus esquinas sin que me las cuentes, aunque lleguen a más de cuatro. Odio saber de ti.

Nada de sentimientos, solo hechos trágicos y reales que me recuerdan que no eres tú quien me los cuenta. Y aún así, si algún día pides mi mano, te responderé con tus silencios ofreciendo las dos. A pesar de no saber dónde o cómo estás. A pesar de no querer cruzar otra nueva mirada. Una mirada que no recuerdo.

Miedos del pasado y equivocaciones forzadas. Porque duelen las despedidas inesperadas, pero al menos tengo un adiós. Y es que no se puede esperar un adiós de las personas cobardes, con mentiras acalladas sobre un papel durante años.

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