23/5/20

La goma de escribir

Hija de puta embustera.
¿Cómo se puede ser tan hipócrita? ¿Cómo puedes defender la bondad siguiendo a un Dios inexistente para faltar a tantos mandamientos a la vez? Nacer a la vida eterna. Eso te vendría bien. Desaparecer para no tener que ver esa repugnante cara llena de tantísima falsedad y de tanta traición.

Falsa, embustera, hipócrita.

No mereces nada, ni mis insultos. Mereces un silencio eterno que te pudra ese interior tan podrido que tienes. Destrucción absoluta es lo que dejas. No quedan ladrillos rotos que montar. No queda un mal tejado por el que volver a empezar. No queda nada. Nada dejaste con tu egoísmo y tu falta de criterio humano.

Rézale a tu Dios, él te perdonará con un par de rosarios y quedarás calmada. Quedarás libre de conciencia y tu dolor, si es que existe, tu sentimiento, si es que entiendes, desaparecerán con un par de lecturas a un libro sagrado que sólo juega con la necesidad humana de creer que hay algún sentido en todo esto.

Yo en cambio, necesitaré un viaje confinado sin hora de salida ni destino. Sólo esperando a que llegue una nueva mañana con pan brioche para desayunar.

22/5/20

Otro recuerdo manchado

¿Y ahora qué?
La vida es hermosa. La edad adulta llega, plena de trabajo, amor y pasión. Dando pasos y madurando en cada proyecto, en todos ellos. La cosa iba bien. Encontrando el punto clave para ser feliz. Una felicidad simple, aventurera, rodeada de gente buena, gente que me quiere. Compartiendo tiempo de calidad sin más sombra que la de problemas diarios y vitales, aquellos que no te quitan el sueño.

Te encierran y frenan tus pasos. Sólo un parón dijeron. Y de repente esto.

Otra noche sin poder dormir, otra mañana llorando, otra confianza rota por tantas preferencias estúpidas y llenas de repugnante bondad. Tu Dios ha muerto y ojalá nunca hubieras visitado Lanzarote. Ojalá nunca hubiera abierto mi boca ante un Dios que me condenó mucho antes de que yo supiera lo que era.

Embustera. Construyendo palabras y gestos por conveniencia. Aprovechando cada ápice de mi confianza por un sentimiento efímero y sin base sostenible.

Muerta o viva, me das igual. Pero no aparezcas más. Por tu sentir estoy aquí de nuevo. Llorando, rota, sin saber aún la pérdida. Sobre este hilo rojo haciendo equilibrio y sin saber hacia dónde tirar.

Ojalá nunca, nunca, nunca hubieras cruzado tu camino con el mío. Ojalá tu Dios hubiera dejado de ser el mío después de condenarme por venir al mundo.

Ojalá aprenda y deje de confiar en las buenas personas.