22/9/15

Y yo

Mi mente vaga en un suspiro. Mis suspiros por ella. Una pasión abrumadora que llega, toca y mata. Mata para llevarme al mismo cielo. Un cielo donde los dioses apenas llegan a las sandalias de aquella magia. La que me hace vibrar. Cada segundo. Cada hora. Me desconcentro pensando en ella, porque es mi vida, mi calma, mi sueño, mi entrega y mi alma.

Una nueva nota recorre con un estrepitoso rayo serpenteante cada fibra de mi cuerpo. Mi alma llora. Llora de alegría y júbilo. Al momento, llega a los infiernos y sufre una nostálgica batalla. Entre el vaivén de los sentimientos, mi corazón late como nunca antes.

La música me quema, me llama. Mi lugar, mi sitio.
La armonía me sitúa entre focos y desconocidos. Me sitúa en mi lugar.
Me enamoran nuevos ritmos. A destiempo mi cuerpo se amolda al llanto de unas cuerdas que me transportan hacia el olor otoñal de la primavera.
Qué hermosura. Regalo divino que me olvida de lo demás. De los demás.
Mi amor, mi vida, mi alma. La música. La única.

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