2/2/18

Caminos elegidos

No me importa cómo estés o cómo esté. No me importa la vergüenza que vas a pasar porque qué más vergüenza que yo. Teniendo una hija desviada que ahora quiero que me dé nietos y ahora no.
Nadie tendría que saber que iba a ser la hija bastarda y confundida que aparecía sólo en navidades por cumplir con su deber. Sería lo mejor para todos. Pensé irme. Os odié, deseé volver al principio y no nacer. Os eché la culpa de vuestro no saber hacer. Quería mi privacidad y no sólo el silencio ante un tema que no afrontar.

Podéis tener amigos e incluso hermanos. Pero un hijo es un fracaso ¿verdad?
El fracaso es mío por tener unos desconocidos que han llegado al único papel. El papel de poner billetes.

Si la mala suerte no nos hubiera unido con un hilo de diamante inquebrantable, seríais personas a evitar. Pero los sueños, sueños son.

Tengo 20 años y ya he aguantado bastante tu opinión.
Por tus opiniones estoy aquí perdiendo el tiempo ante un seguro y dejando de lado lo que me llena de verdad. Lo que me hace feliz. Por tu opinión sigo estas reglas y reprimo todo lo que me gusta. Todo lo que me hace feliz está a kilómetros por tus cabezonerías, por tu vista de caballo amaestrado.

Despierta, nunca seré lo que tú quieres. Nunca. Porque aunque impidas que sea feliz a cada paso que doy, juro que no te daré la satisfacción de ser tu hija perfecta. Porque no lo soy.

No me cambiarás. No me harás convertirme en esa niña sumisa que he sido a lo largo de toda mi vida. A partir de ahora seré yo misma, sin sentirme mal por ello y aunque te pese.

No te quiero en mi vida por hacerme sentir así. Por hacerme creer que es malo sentirme feliz. Por hacer que cada atisbo de felicidad sean horas de arrepentimiento maldiciéndome por pensar y actuar como no debería. Porque vivir para eso es más estúpido que tocar el fuego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario