1/2/18

Mármol

Frío. Siento frío. Mi cuerpo se hiela. Tumbada buscando una sombra en la que esconderme. Acurrucada en mi propio abrazo, deseando fundirme en él hasta desaparecer. Las motas de polvo me rodean, desearía ser una de ellas. Para volar y dejarme llevar. Para llegar al sitio más alejado de este lugar.

Pero aunque cierre los ojos con fuerza, sólo hace falta un segundo para volver y darme cuenta de que sigo aquí.
Mi cuerpo no se ha movido.

Mi espalda siente el frío del suelo, ese frío se mete en mis pulmones y no me deja respirar. Me ahogo en el mar. El agua roza mi piel. ¿Ficción o realidad?

Entonces mi cuerpo lucha y alguna fuerza desconocida me obliga a incorporarme para toser. Para abrir los ojos y sentirme deslumbrada por ese incansable sol que nunca deja de brillar.

Sólo hace falta un segundo para volver y darme cuenta de que sigo aquí. 
Mi cuerpo sigue sin moverse.

Vuelta a la realidad. El picor de ojos no me deja pensar.
De nuevo aquí. Creí haber viajado, pero sólo fue una ilusión esperanzadora que se llevó el dolor durante un cuarto de hora.

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