21/6/15

Los rincones de mi vida

Esas putas hormonas. Mis ganas de todo y de nada. Sin saber por qué, sin saber el qué. Sólo sintiendo. ¿El qué? Ni idea. Mis ganas de sentir y no sólo desde aquí. No sólo entre mis sábanas azules, sin creer en nada, sin saber qué cojones es todo esto.

¿Altruismo? ¿Quién se procura? No, no, no. ¡NO!

Para, por favor. Respira y limpia todo aquello que te salpica. 
Ya está. De nuevo aquí. Respira.

Háblame. Dime algo. No te quedes ahí parada convirtiendo el azul en rojo. Aguantando peleas que no te conciernen. Añorando salas de ensayo.

Te hablo y siento. Siento no hacer más. Sus bocas sólo dijeron verdades. La mierda que te salpica dejó de ensuciar. Así que únicamente el odio puede envenenar. Siente si algo se acerca.

Respira y siente. Siente. 
Es lo único que no puedes evitar.

19/6/15

Intrusa reincidente

Pero, ¿por qué? No, en serio, ¿por qué?
Esta puñetera sonrisa, de nuevo aquí, con apenas unas horas de las mismas preguntas de siempre, el mismo interés de siempre, el mismo ¿tienes novia? que dios sabe si algún dia irá dirigido a mí.
Y esa mano. Dios, esa mano. Algunas han pasado, por distintas zonas, por distintos motivos, con relampagueos irrepetibles, profundos en su medida.

Pero esto.

Mi infancia recogida en un amarre. El de siempre, el que rechazaba de desconocidos por no tener el derecho como tú de atarme, de dejarme petrificada sin saber, ni querer saber, lo que vendría a continuación.
¿Para qué? Quizás para nada, porque no importaba el tema, sino que yo no me fuera.

Y cómo lo conseguiste. Cada año, unas mismas palabras, unas mismas preguntas y esa misma puñetera sonrisa. La que tengo ahora.
Maternal y autoritario. Un contacto tenso y agradable. Una cuerda llena de ternura y cariño. Una mano encerrada en mí, envolviéndolo todo, con apenas un ápice de fuerza física, pero impidiéndome salir de ahí. Impidiéndome huir a pesar del miedo del antes, del después y del ahora.

Quizá algún día me calle ante cuestiones protocolarias y llegue entonces la sonrisa. La de mis mayores miedos. Mi oportunidad de decepcionarte.
Mientras tanto, estas cadenas de oro fundido me harán recordarte y sentirte como parte del resultado. Yo.

14/6/15

Tu causa, mi beneficio.

Si algo no sale bien, suelo mandarlo todo a la mierda y empezar de nuevo.
Pues bien, aquí estoy. Al fin he mandado a la mierda mis miedos y mis fantasmas. Y quiero empezar de nuevo. No como antes, sino desde un nuevo comienzo. No quiero imposibles aunque existan. No quiero nada que no pueda ser. Solo quiero algo nuestro. Algo que podamos empezar a constuir. Pasito a pasito y sin complicaciones.

Convirtiendo el dolor en recuerdo. Con sinceridad, con libertad y con besos. Muchos besos. El resto me da igual. No pretendo ser algo que no soy. Sólo quiero ser yo. Contigo. 

Y quiero esto por ti y por mí. Por ambas. Pero sobre todo por mí. Porque llevaba meses sin recordar cómo sonaba tu voz, cómo sonaba la mía, cómo sonaban las olas de nuestro silencio. Llevaba meses sin recordar lo reconfortante que es sentir un abrazo tuyo, aunque sea con prisas. Llevaba meses sin sentir tus labios sobre mí.

Llevaba demasiado tiempo encerrada en mis miedos absurdos, en mi propio y merecido dolor. Y sin saber por qué, no huía definitivamente. Ahora entiendo el motivo y es que los miedos eran absurdos.

Yo sólo quiero seguir. Ahora, el tiempo estúpidamente perdido me sirve para continuar con más fuerza, con más ganas. Me sirve para hablarte de mí, para escuchar lo que quieras contarme. Para abrazarte sin descanso, para acariciar cada esquina de tu cuerpo. Para besarte hasta quedar sin besos, para sentirte dentro, como nunca.
Me sirve para entender qué quiero. Y es a ti. A nuestro ritmo, a nuestro nivel. Y con mis tremendas ganas de tocar una nueva melodía entre tus versos. Porque el miedo escénico no es más que cenizas ahogadas.

8/6/15

Quiero volar

Cuando hablamos de juegos, sólo tú juegas.
Cuando hablamos de infierno, sólo tú quemas.
¿Y yo qué? Si me pierdo entre tus piernas.

Excitante aroma acogido en mis pulmones.
Divino tesoro que en mis ojos reluce.
Música hecha poesía. Poesía hecha música.
Diminutos dedos recorriendo tus esquinas.

Frente al mar, junto a la sal, sobre el agua.
Empecemos de nuevo, volviendo a los orígenes.
Donde el eco de las olas acallaba nuestras ganas de sentir.

2/6/15

Preguntas absurdas

¿Cuál? Deseando en una mínima fracción de segundo que no fuera el único que recordaba. El único que podía ser.

Los años pasan y pasan. No me daba cuenta que para los demás también.
Tres canciones, tres vírgenes manos paseándose entre los telones de un teatro. Soñando con orquestar una melodía que fuera digna de tus aplausos. Deseando acabar con estas malditas cuentas para darte mi tiempo. El que me roban tantos cuerpos desconocidos, ajenos e innecesarios. Cuerpos muertos. Llevándose esas tardes inciertas entre platos y palabras.
Conocimientos valiosos, abrazos que nunca volveré a sentir, detalles artísticos y pasionales que deseaba heredar, aunque apenas fuera un ápice de todo aquello que hoy no está. Ya no.

Qué falsas lágrimas van a salir si todavía el asombro de escuchar un nombre evidente sigue entre mis latidos. Los que te prestaría sin mirar atrás. Un nombre muerto y roto. Un nombre que no sale de ninguna boca. Un nombre que ya sólo me deja las ganas de seguir, de luchar, de tocar, de impresionar, de buscar tus aplausos. Ganas de buscar lo imposible. Pensando con deseo que estarás ahí. Que seguirás escuchando. Que tu ilusión sigue llenando mis pulmones de aire.
Un aire con el que la elegancia romperá tus sonidos. Porque lo que consiga será solo una parte de ti.

El resto, ya está. La rabia que me dejas, que me dejan. Libre ya.
De aquella a la que llaman mi familia no espero más. Por eso el fuego momentáneo no perdura. No merecen esa importancia.
A ti, que te llevas mi regalo de despedida, no tengo nada que decirte. Las palabras no salen y la mezcla de sabores no me deja entender a qué sabe todo esto.