19/6/15

Intrusa reincidente

Pero, ¿por qué? No, en serio, ¿por qué?
Esta puñetera sonrisa, de nuevo aquí, con apenas unas horas de las mismas preguntas de siempre, el mismo interés de siempre, el mismo ¿tienes novia? que dios sabe si algún dia irá dirigido a mí.
Y esa mano. Dios, esa mano. Algunas han pasado, por distintas zonas, por distintos motivos, con relampagueos irrepetibles, profundos en su medida.

Pero esto.

Mi infancia recogida en un amarre. El de siempre, el que rechazaba de desconocidos por no tener el derecho como tú de atarme, de dejarme petrificada sin saber, ni querer saber, lo que vendría a continuación.
¿Para qué? Quizás para nada, porque no importaba el tema, sino que yo no me fuera.

Y cómo lo conseguiste. Cada año, unas mismas palabras, unas mismas preguntas y esa misma puñetera sonrisa. La que tengo ahora.
Maternal y autoritario. Un contacto tenso y agradable. Una cuerda llena de ternura y cariño. Una mano encerrada en mí, envolviéndolo todo, con apenas un ápice de fuerza física, pero impidiéndome salir de ahí. Impidiéndome huir a pesar del miedo del antes, del después y del ahora.

Quizá algún día me calle ante cuestiones protocolarias y llegue entonces la sonrisa. La de mis mayores miedos. Mi oportunidad de decepcionarte.
Mientras tanto, estas cadenas de oro fundido me harán recordarte y sentirte como parte del resultado. Yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario