12/10/15

De lado

Tantas palabras de más para encerrar entre quilates esta situación.
Buscando sin encontrar. Tirando de mis hilos para llegar a nudos que no puedo desatar. Mi suerte, amor. Tus besos y tu sonrisa. Mis sueños, mis piedras.

Volviendo al pasado. Volviendo a los descansos. A la sal que perfora cada raíz. A mi realidad en segundo plano. Yo no tengo nada. Absolutamente nada.
Porque si sólo fueran 80 veces, si sólo fuera una persona. Conseguiría creer que la naturalidad con la que aparecen las cosas está creciendo desde las raíces incrustadas en una tierra seca y sin vida.
Pero el azul de mi cielo está buscando otros ángeles, no quiere recoger a los caídos. Mi hogar está roto por equivocaciones repetidas y ya no tengo nada.

Qué horrible es cuando se destruyen las cosas, cuando hay un sentimiento tan voraz que lo destruye todo. Qué horrible es cuando la realidad choca con tanto esfuerzo y tantas ganas de vivir. Qué horribe cuando apenas recibes respuestas. Qué horrible cuando las únicas que aparecen son de reproches y silencios.

Qué horrible cuando te das cuenta que el único apoyo que existe es el de tus dos rodillas hincadas en el suelo por golpes que las mentiras y la hipocresía decidieron dar. Qué horrible cuando nadie contesta a tantos gritos. Qué horrible cuando el único motivo que me ha hecho levantar sea un flechazo ingenioso. Unos ojos alegres, unas manos divinas que bailan sobre mí, con tantas caricias dedicadas a una misma musa. Qué horrible saber que si no estuvieras, si no hubieras aparecido tan de repente y por casualidad, yo seguiría hincada, cavando un poco más para dejarme enterrar.

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