16/10/15

Bajo el alba

¿Pero qué más da? El cómo, el cuándo y el por qué inexistente. 

¿Qué más da todo eso?

Si es mi cuerpo el que siente. Tus manos las que me guían y las mías las que te acercan. Con delicadeza y suavidad. El ritmo acoplado de ambos cuerpos. 

Suavemente y temerosa te acerco a mis brazos. Tú, con todo ese poder que riendo me recuerdas. El que tienes y el que te dejo tener.

Te rodeo con mis brazos y te atrapo antes de soltarte, para luego, volverte a atrapar. Y yo sólo siento. Entrecierro los ojos y noto, te noto. Sin apenas tocarnos ya te siento. Pero luego, viene ese néctar viviente que tantos quebraderos de cabeza da. Tus manos junto a las mías, tu facilidad para saber el momento justo. Y me envuelves. Tus caderas atrapan las mías, entre el vaivén de nuestras piernas, yo me dejo llevar. 

Susurros al oído, verdades acalladas entre risas, empujones salvavidas y mis principios ante los indefensos. Pero ahora, ahora con tantos cuerpos de por medio, mis tirones son más fuertes, mi conducción más segura y este futuro más que interesante.

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