9/5/15

Soliloquios

Y sigue a miles de kilómetros de aquí. Allí donde nada puedo alcanzar. ¿Cómo luchar ante casos perdidos?

Palabras escondidas. La dependencia aleatoria. La necesidad de estrujarlo todo hasta quedar en nada. Porque eso es lo que había delante de mí. Ni siquiera tengo un muro que destruir. Los restos del pasado. Del pasado de otros. Me caen los ladrillos de otro mundo. El que me sigue destrozando día a día ante una inseguridad patente. Ante una voz ahogada que nadie escuchará.

El atractivo de un cuerpo vacío,un cuerpo lleno de cicatrices y a punto de explotar. Nadie volverá.
Unas sensaciones que nunca llegarán a ser plenas. Estoy cansada de ese quién. Nunca tuviste fe. No se la pudo llevar.

¿Quién te hace llorar? ¿Quién te hizo creer? No te atreves si quiera a desnudarte a solas. Frente a la nada. La culpa. La mía, la de creer y seguir. La de buscar en la nada. A sabiendas de no poder encontrarla. De ser la única que se estrella contra el espejo.

Siempre. Dijo siempre. Mis ganas de gritar fueron tan fuertes que el cansancio me hizo dormir. Siempre, cuando el nunca había salido años antes. Esa canción, esos besos, esos amores. El no desdibujado entre tus palabras.

Mis ganas. De huir, de saltar. De olvidaros, de olvidarme.

Piedras, piedras, piedras... Solo piedras. No está bien. Nada lo está. Mis mentiras, mis engaños, mi destrucción. Dios, toda esa destrucción. Estoy ciega, igual que ellos. No soy lo que quieres, ambas lo sabemos. No eres guapa, no eres alta, no eres valiente, no eres inteligente, no eres simpática, no eres buena gente. No eres nada que pueda querer. El mundo te come mientras intentas cambiar una minúscula parte de él. No eres el juego del que recordar. No eres. No.

Hablemos a la cara. Solo lo haces para pelear, para discutir. Para luchar por lo que crees correcto. No entiendes que ya lo intenté. Esperé sin motivo. Sin saber por qué. Era lo único. Y esperé. La espera tuvo un ilusorio resultado. Lo intenté. Frené durante días, durante meses, durante años. Dejé de correr. Y todo eso lo aprovechaste para adelantarme. Para ponerte delante, dándome la espalda con tu propia espera.

Ambas eran inútiles y solo alargaban el dolor que desde un principio tenía marcada la historia. La diferencia entre tú y yo es que no estoy dispuesta a pagar ese alto precio.

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