9/5/15

Quizá confíe

Ni fuera, ni dentro. No encuentro mi lugar. Un sofá, unas mantas, una pizza, una peli. Mi felicidad, mi apaciguamiento. Mis ganas de llorar, de patalear. Nada sale. Mis ganas de expresar, de encontrar consuelo. Mis ganas de nada.
Mi vacío. Mi amigo fiel. Al que siempre rehúyo. Como al resto de miradas sobre mí. Si tuviera alguien a quien amar. Si pudiera ser capaz de hacerlo. Sentir algo por alguien. No solo favores y buenos actos. Si hiciera algo por solo sentir. Si alguien consiguiera hacerme despertar.

Dulce y apacible. Hiriente y triste. La única que con cada latido tira de mí. Me obliga a quedarme. Para tocarla, para sentirla. Para reír y llorar sobre ella. Para creer que sus palabras algún día serán ciertas.
Cómo envidio tu fuerza. Tu eternidad, tu cercanía. Desde siempre y hasta siempre junto a mí. Como mi corazón. Ese pequeño músculo que late solo por ti. Por tus historias, tan ajenas a mí, tan extranjeras y a la vez tan limpias y profundas.
Maldita seas, ¿por qué tenías que existir? ¿Por qué tenías que tirar de mí con cada nuevo golpe? Con cada nuevo paso. La única. La de siempre. La que me golpea con la realidad desafinada. Tan bella, tan hermosa. La que me transporta a un mundo del que no quiero salir.

¿Qué sería de mí sin ti? ¿Cómo continuaría sin tus reprimendas y tus besos?
Ninguna persona se compara a ti. Nada se compara a ti. Gracias a ti ya sé cuándo encontraré mi felicidad. El día que alguien me haga sentir una mínima parte de lo que tú consigues con solo un par de minutos, entenderé. Será mi final. La búsqueda que dejé hace tiempo encontrará su piedra filosofal. Al fin creeré estar viva. Ser algo a parte de tejidos y cicatrices. Entonces amaré.
Comprenderé qué es querer, qué es amar, qué es sentir.
Dejaré de ser este autómata desequilibrado y averiado para ser persona. Para ser feliz. Plena al fin.


No hay comentarios:

Publicar un comentario