9/5/15

Mis hechos

La facilidad de entender las cosas. De quedarme esperando durante un segundo más para romper con el dolor. El que ha dejado de doler. Mi felicidad. La de ahora, inexplicable y placentera.
Cosas claras en mi cabeza, difusas en la práctica y sorprendentemente gratificantes.

Nunca lo pensé de esta manera, se me antojaba tan improbable que nunca mi mente imaginó algo así. Esta es la clave.
Me imaginé recorriendo tus sábanas y apenas llego a rechazos involuntarios que creo, voy a dejar de recibir. Te imaginé de todas las maneras posibles. Pelo claro, pelo oscuro. Ojos verdes, negros o marrones. Cuerpo delicado, robusto, encadenado. Esa fue mi condena, creer algo cerca cuando solo era mi imaginación la que actuaba.

Pero ahora. Ahora soy feliz. Sin imaginarme nada. Sin pensar en lo que podría o no podría pasar. Felicidad extrema, incomprensible y eterna. Segundos que recordar entre caricias y abrazos. Besos robados, miradas profundas. Risas inseguras, susurros al oído. Frases entrecortadas y manos fundidas entre los verdes campos del camino. El camino que encontré, el que destruye las miradas que no se miran en el espejo, el que se llevó la soledad que ninguna canción de consolación puede llenar.
Las palabras se quedan cortas ante la incredulidad de mis sentimientos. Mis sentidos recorren papeles que con un corto tiro dejaré atrás. Junto a las palabras en el aire.

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