21/1/15

No contesta

No lo entiendo. No puedo. No quiero. No sé nada. No sé qué me pasa. Dejadez absoluta. Este cuerpo. Este alma. No sé qué me pasa.
No creo en nada. No tengo ganas. El calor de una estufa y el resto se marcha.
Estoy perdida. Lo siento. No tengo nada. No siento nada. Me he vuelto una extraña.
No quiero más. Las rimas se me olvidaron. Quiero recordar el vacío, no la nada. ¿Qué estoy haciendo?¿Qué es lo que me atrapa?

Hoy no. Hoy ya no. No quiero a nadie aquí. Aunque nunca hubiera habido nada. Creo que es destrucción. Estoy construyendo la destrucción dentro de mis entrañas. El idioma de las palabras.
Harta de ceder. De impedir conflictos estúpidos dando mi brazo a torcer. Una y otra vez. Hasta que como una fregona, mi brazo torcido se quedó sin poder darme placer. Se quedó sin dedos con los que tocar, sin yemas con las que acariciar. Mi codo, totalmente llano, sin quemaduras, sin escayolas. Sin vida.

Como ahora. Sin nada. Ahogada y con dolor de pecho, con ganas de estallar y salir disparada hasta caer en lo más hondo. En lo más profundo. En el pozo sin fondo, el que nunca llega al final. El que me deja caer y volar sin sentir más que el aire y las llamas de mi alma encontrada.
Un trozo de campo en el que plantar mis raíces, a las afueras, alejada del mundo. Sin herir a nadie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario