De nuevo me asfixio. Tumbada. Ante un
frío que no siento. Mis pulmones respiran mugre, pero mi corazón
apenas hace caso. El calor tampoco me despierta. El aire me escupe.
La suciedad empapa mi rostro y yo me dejo arrastrar. Mis ojos
entrecerrados no aguantan despiertos. Mi cabeza entre maderas no
levanta el resto del cuerpo.
Muerta. Por dentro, por fuera. Con aire
o sin él. La sensación de sentir. Miro mis manos. No veo nada. Es
el fruto de mis años vividos. Frío. No. No llego a sentirlo. Mi
pierna tirita entre nervios y espera. ¿Cuándo llegará?
Creo recordar algo. Esa sensación
irreal de escuchar la sangre moverse entre mis venas. No. Creo que es
un eco vacío de las risas que como buen familiar, vuelve en época
de navidad.
Son ellos, se acercan. Solo me cabe
esperar a que pasen los días y regresen a sus hogares. Solo me cabe
esperar, para llegar de nuevo a la espera de sus retornos.
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