22/11/14

Todo está muy claro, pero no lo entiendo

Tranquila, desde aquí. Desde mi propio apoyo. Avanzando sin prisa, disfrutando de cada segundo. De cada risa, de cada sonrisa. Los tropiezos, las caricias, las sorpresas. Plenitud interna. Estoy completa. No necesito más. Desde aquí, desde el punto al que he llegado. Ahora sí. Ahora avanzo, por mi propio pie. Dando pasitos y creciendo hacia aquello a lo que quiero llegar.

Los detalles me dan la vida. Un ritmo lento, pausado y constante. Nada puede romper esto, nadie puede hacerme sentir insignificante. Por mucho que me lo repitan, sé lo que soy. Y no soy la sombra de la sombra. Simplemente soy yo. Aquí. En mi sitio, el que me he ido forjando poco a poco con el sudor de mis decisiones, desprendiéndome de aquello que me negaba mi libertad. De las cadenas que nunca hubo, pero que me hicieron creer que de manera invisible me ataban a esta tierra llena de dolor e injusticias.

Ahora sé que esas cadenas no existen, que fue mi cabeza la que de tantos susurros se creó ese mundo. Pero ya ha desaparecido. Ya no está. Esas cadenas han caído por su propio peso y como agua se resquebrajaron sobre mis muñecas. 
Ahora vuelo. Hacia mi mundo. Ese cielo lleno de estrellas y con una gran luna por descubrir. Sobre una nube vuelo, cómodamente disfrutando del paisaje y sin esperar el final que sé que llegará. Pero ya llegará, mientras tanto respiro y busco en cada uno esa llama que aviva mi corazón como si de un compás se tratara.

Sonrío ante cualquier tormenta y la dejo pasar aprendiendo. Aprendiendo de cada decisión y dejando lo malo a un lado, separándome de quien no se aclara y acercándome a aquellos que pese a mis defectos, me aceptan y respetan por lo que soy. Por lo que tengo y por lo que no. Por lo que quiero ser. Sin culpabilidad. Porque la vida es imperfecta, pero cada hermoso detalle que nos saca de esa imperfección vale por seis días más entre tanto viento huracanado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario