26/10/14

Adiós

Pensaba escribir sobre tus preguntas. Sobre tu pregunta y tus respuestas. Pero ahora bajo la cabeza y miro mis zapatillas. Ahora no hay nada. No puedo recordar, no puedo sonreír. Hay un sentimiento que se sobrepone ante ese recuerdo.
El otro día las miré y sonreí. Recordé las galletas, las zapatillas, el sofá. Ya no. Me parece un recuerdo lejano. 

De nuevo caigo en el mismo error. Me entremezclo entre problemas ajenos y me quedó allí, me rebozo a escondidas entre lágrimas ajenas que ni siquiera veo.
No hay enfado. Dentro de mí no ha explotado la rabia. No puede. La inexistencia de verdad ante los ataques impiden cualquier llama de enfurecido fuego en mi interior. Lo único que siento son suspiros de resignación ante una realidad que se empeña en hacer prejuicios. En clasificar las palabras que digo como apetece, sin entender el daño que provoca la incomprensión y las malinterpretaciones.

Como otro día más, no pasa nada. Te pierdes. Y ya no puedo más. Estoy cansada de buscarte, sacar una sonrisa que dura lo mismo que tus mentiras en ser descubiertas. Me duele, pero creo que has llegado al límite. No apareces, no contestas, no aceptas ayuda. 
Estoy empezando a entender. Eres un paciente de un psiquiátrico. Por más que quiera comprenderte, por más que quiera ayudarte y hacerte ver. Por más que me digas que lo intentarás. Por más que crea ver algo de lucidez entre tus palabras. No cambiarás. No habrá piezas que encajen de ninguna manera.

No habrá lógica ni razonamientos. Pero yo sigo teniéndola y no sé si seré capaz de seguir golpeándome contra la misma pared por estar a tu lado. No me busques, no me gustará decirte que no volveré a mover un dedo por ayudarte a sanar.
Finalmente te perdiste donde no puedo encontrarte, porque ya no hay fuerzas.

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