6/9/14

La clave del sol

Siempre hay alguien. Hay algo que recordar y un motivo por el que sonreír. Siempre hay detalles que sorprenden. Cosas por las que sonreímos, cosas estúpidas. Un abrazo, un beso, un vídeo, una palabra, un amanecer. La alegría es la única condición del ser humano que invita a vivir. Cantar a la vida y dar gracias por esos detalles. Esa parada, ese triple, esa respuesta, esa habitación, esas caricias... Son tantas cosas. No me podría quedar con ninguna. 
Incluso aquí, en lo más oscuro de mi pasado, recuerdo esos momentos y sonrío porque habrá más. La alegría, las canciones, todo lo que hace palpitar con fuerza el corazón se reduce a las personas, mis personas. Las que con cualquier gesto o palabra me hacen sentir cómoda, como si éste lugar hubiera estado reservado para mi desde que Demiurgo hizo su chapuza. Me hacen sentir persona y me dejan ser feliz.
Ya he comenzado a vivir y he aprendido cómo ser feliz. He aprendido que los detalles insignificantes son los que me llenan por dentro, los que me hacen sonreír. 

Como cuando alguien querido te expresa con palabras lo que siente por ti. En ese momento te das cuenta de que realmente has sido importante para esa persona, aunque solo fuera por unos segundos. Y te sientes feliz, te sientes con ganas de abrazar indefinidamente a esa persona y con una fuerza que podría dejarte sin aire, pero aún así, lo quieres.

Como cuando alguien te dice me encantas cuando lo único que has hecho es ser tú misma. Y en ese momento te das cuenta de que hay gente a la que le encanta cómo eres, sin maquillajes ni caretas. Con una verdad oculta que las miradas dejan entrever. Siendo como eres.

Como cuando alguien te da un abrazo inesperado, un beso repentino o un te quiero improvisado. En ese momento te das cuenta de que has hecho algo en la vida. Ya hay alguien que te recordará el día que te vayas. Es decir, ya has hecho algo importante y sin ti en este mundo habría un abrazo, un beso y un te quiero menos. Sin ti, este mundo sería menos intenso y humano. Habría sensaciones perdidas y personas incapaces de amar como te aman. Porque eres único, exactamente igual que los demás. La vida sin ti, tendría una pieza menos, quizá más o menos grande, pero una pieza cuya ausencia resquebrejará todo el puzzle de la vida y con él, parte de las que encajan contigo.

Eres una pieza importante, no te pierdas, solo quédate y recuerda cada momento que te hizo llorar de tanto reír. Cuando te diste cuenta de que llevabas un rato sonriendo. O cuando ese gran esfuerzo obtuvo su recompensa. O el momento en el que conociste a esas pocas personas que desearías tener a tu lado todos los días. O como cuando ese beso te relampagueó todo el cuerpo. O cuando algo tan insignificante como un te quiero te recorrió lo más profundo de tu alma. Recuerda todos esos triunfos y regalos humanos, porque ahora nadie te los podrá arrebatar. Ni el miedo, ni la pérdida, ni las dificultades. Eso ya está guardado en tu ser y es algo que podrás sacar a relucir siempre que te apetezca. Para sonreír un poco más. Estés donde estés, con quién estés o cómo estés, es algo que nunca jamás nadie te podrá quitar. 
Nadie te podrá quitar la clave para sonreír. Porque el rencor y la rabia es algo a dejar atrás. Más vale sonreír y olvidar a recordar y estar triste.

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