18/8/14

Eufemismos a pares

Y porque sí y porque sí y porque sí. Que tengo veinte años ya. Que he aguantado bastantes veces tu opinión. Que por tu culpa y por tus opiniones estoy aquí, perdiendo el tiempo ante un seguro y dejando todo lo que me llena de verdad. Lo que me hace feliz. Que por tu culpa sigo estas reglas y reprimo todo lo que me gusta. Que todo lo que me hace feliz está a mil kilómetros por tu culpa. Por tus cabezonerías, por tu vida de caballo amaestrado.
Estoy harta de ti y de tu manera de manejarme. A ver si te enteras de que nunca seré lo que tú quieres. Nunca. Porque aunque impidas que sea feliz a cada paso que doy, juro que no te daré la satisfacción de ser la perfecta. Porque yo no soy así.
No me dejarás ser feliz, pero tampoco me cambiarás. Por mi empeño que no dejaré que me conviertas en esa niña sumisa que he sido a lo largo de toda mi vida. Por mi persistencia que a partir de ahora seré yo misma, sin sentirme mal por ello y aunque te pese.
Y ahora más tiempo perdido escribiendo, como si me sobrara, como si tuviera cientos de días por delante.

Te odio. Lo juro. Te odio con toda mi alma por hacerme sentir así. Por hacerme creer que es malo sentirme feliz. Por hacer que cada atisbo de felicidad sean horas y horas maldiciéndome por pensar y actuar como no debería. Porque vivir para esto es más estúpido que tocar el fuego.
¿Harta? Que va. ¿Por qué? Si solo estoy hasta la punta de la nariz de la gente que no me deja estar tranquila. Ni siquiera puedo encerrarme. Estoy ocupada. ¿Y qué? Los enanos tienen que entrar y yo como soy tan inteligente, entro y te llamo. Me da igual cómo estés. Me da igual la vergüenza que vas a pasar. Porque qué más vergüenza que yo, una desviada que ahora puede y ahora no puede con los niños. Sin escrúpulos ni dedos de frente. 
La única manera que creí para despejarme sin escuchar vuestras miradas y se quemó en el aire. Se fue la tarde y tu vergüenza.

¿Para qué una habitación tan grande si no tengo un mísero milímetro cuadrado de espacio para mí? Iros de una vez. O mejor, haced que me vaya. Lo haré yo sola si me dejáis. Será lo mejor para todos. Nadie tendrá que saber que iba a ser la bastarda y confundida que aparecía solo en navidades por cumplir con su deber.
Como os odio. Nunca creí que pudiera hacerlo. Pero os odio con toda mi alma. Os odio día y noche, segundo a segundo, paso a paso. Desearía volver al principio y no nacer. Esta vida con vuestras restricciones y mi fracaso es innecesaria. Podríais haberlo hecho normal y no equivocaros en vuestras decisiones que a la única a la que han marcado es a mí.
Y luego esto. ¡Qué clase de broma irónica es esta!

Al menos allí te matan y ya está. No fingen que no pasa nada. No fingen la ausencia de tema por negarse a enfrentar una aceptación inequívoca y eternamente hipócrita.
Quiero mi privacidad. Vosotros me la arrebatáis y no os dais cuenta que cada entrometimiento sucumbe en un año de silencio. Porque sois inútiles y absurdos. Sois lo que siempre he odiado y que siempre odiaré. Podéis tener amigos e incluso hermanos, pero un hijo es un fracaso.
El fracaso es el mío, por tener a desconocidos que han llegado al único papel. El papel de poner papel.

Si supiérais lo que siento. Si tuviérais una mínima idea de lo que pienso. Os daríais cuenta del gran fracaso al que habéis llegado como educadores y como personas. Si la mala suerte no nos hubiera unido con un doloroso hilo de diamante inquebrantable, seríais personas a las que con frecuencia me atrevería a evitar. Pero los sueños son lo que son.

No hay comentarios:

Publicar un comentario