12/8/14

Cualidades

La voz celestial, abrumadora, suave. Como la del teatro, como la que reconoceré si vuelvo a oír dentro de mil años. Una voz dulce, tierna, que deseo atrapar. Deseo grabarla en mi cabeza y poder escucharla cada vez que me apetezca. Esa voz. Su voz. La que al sonar obliga a mis ojos cerrarse para escuchar y deleitarme con cada sílaba pronunciada. Cada consonante remarcada, cada enfado suavizado.

Es una voz que complementa la expresión ocular. Esos ojos oscuros y profundos que me desnudan el alma con cada mirada lenta y paciente. El negro me atrapa, me impide moverme, me obliga a dejar de respirar para evitar pronunciar una sola palabra que rompa con el silencio. Con esos ojos que me analizan sin llegar a nada que poder pronunciar. Una mirada que no recuerdo, pero que me sigue dejando sin aliento.

¿Y qué decir de la risa? Esa risa cuyo cariñoso objetivo sigo siendo yo. Esa sonrisa perfecta que un dentista esculpió como si del mismo Miguel Ángel se tratara. Frases estúpidas sin sentido ni gracia que me devuelven la sonrisa. Que me hacen llegar con ella a casa.

Su ternura, su cariño, sus intentos vanos de hacerme reaccionar. Su lejanía presente. Los años de por medio, pero su abrazo sobre mí. La primera que me apoyó mucho antes de yo saber que necesitaba apoyo. La primera que vio mi dolor, siglos antes de que yo misma lo viera. La primera que perdí y la que quiero recuperar.

Su elegancia, su finura, sus años de caos y su sonrisa persistente frente a unos insensatos adolescentes. La incomodidad placentera de ocupar a solas el mismo salón, la misma habitación y mis pequeñas mentiras.
Cada año y no llega a la hora, pero mis palabras siguen siendo sinceras y no acabarán hasta el día en el que olvide tu mano cerrándose sobre mi muñeca. Hasta el día en el que no rechace ese gesto a manos de un desconocido, hasta que mi mirada de reojo se desvanezca contigo.

Sin querer te he metido en esto. Sin preguntas no hay respuestas, pero mi pregunta no llega a concretarse. El cariño desolado que necesito y unos besos o palabras que me devuelven a la niñez. Me devuelven a cuando alguien me abrazaba sin motivo alguno, a cuando yo lo devolvía y quería más.
Y el sentido se pierde entre las palabras. Se pierde en ti. El problema es que no sé quién eres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario