29/3/14

La claridad grisácea

Si digo las cosas porque las digo, si no porque no. Cambio para hacer notar mi opinión y me gritan de forma ensordecedora dándole la vuelta a todo para terminar, ¿cómo no?, siendo yo la culpable.
Vergüenza de tu lengua trabada, de tus impulsos prehistóricos y de tu visión sin periferia. Como un caballo sin comprensión al que guiaron hacia delante y que no sabe girar. Que prefiere dejar atrás todo aquello que no continúa.
Podrías dedicarte a calentar leche para los pobres. A dejar tu vida por ayudar. Pero sólo hablas y rechazas lo que sientes por miedo al qué dirán. El problema es que no comprendes que yo no diré nada.
Creíste comportarte como una puta cuando yo lo vi lo más normal del mundo, pese a que me doliera como nunca nada antes me había dolido. Pese a su significado y a mi resignación ante algo evidente a lo ajeno.
Dedicaros a calentar otras cosas porque mi cabeza va a estallar entre tanta palabrería inocente.

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