11/2/14

Qué darían por un tuerto

No entiendes nada. No sabes nada. Sólo te quedas ahí con tu sonrisa compasiva creyendo ayudar a quien lo necesita.
La gente a veces no quiere levantarse, no puede levantarse. A veces las situaciones superan a las personas y éstas sólo quieren sentir el frío suelo sobre sus espaldas. A veces ese frío es lo único que recuerda que el cuerpo puede sentir.

Pero sigues sin entender nada. Piensas que ayudas a los demás cuando lo único que te compromete es tu beneficio. El beneficio de colgar medallas llenas de polvo sobre un cuello de dirección errónea.
El dolor es un secreto guardado en una falsa puerta escondida tras un armario. El dolor es algo que nadie comprende, ni siquiera quien lo sufre. Pero tú, en tu superioridad crees comprender ese dolor, crees descubrir esos secretos a través de miradas y escuchas poco frecuentes. Crees tener la llave de esa puerta cuando en realidad esa puerta no tiene ni si quiera cerrojo.
Lo único que te acerca a entrever por la mirilla es preguntar por la verdad. Pero nunca lo harás, porque la verdad duele y sabes que ésta te dolerá aún más. Sabes que con esta verdad no habrá vuelta atrás. Tienes miedo porque puede descubrirte quién eres y eso no lo soportarías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario