16/12/13

Resolución

Nada de esto se puede evitar. No hay ninguna manera, ni ningún método que nos diga qué hacer cuando la vida te da sorpresas. Cuando la vida te lleva a situaciones descontroladas e inimaginables. Nadie sabe qué hacer.
La llave que resuelve los problemas no existe. Y si existiera, no habría cerradura en la que meterla.
Las cosas llegan, las cosas duelen y las cosas pasan. Sólo nosotros hacemos que duren más, pero cómo evitarlo.
Soy de las personas que piensa que la verdad debe ir por delante. Aunque duela. La verdad nos evita confusiones e historias inventadas en cabezas ajenas. Pero a veces, me doy cuenta de que soy yo la única que hace uso de la verdad. Y eso no evita problemas. A los demás, puede que sí. Pero a mí no.
Sé que incomodo a la gente. Pero no puedo evitar lo que soy. 
Me da igual incomodar a los que me rodean, pero no a los que deseo tener cerca. Y si ellos no hablan, sus ojos me dirán que sienten, pero sus ojos no me dan derecho a opinar. No me dan derecho a hablar. Porque las palabras no salen de entre los dientes, salen de los ojos. De lo más profundo de los ojos. Salen de los gestos y los suspiros.
Solo deseo saber qué hago mal, para no molestar o simplemente para no estar. Solo deseo saber dónde y cuándo no molesto, porque nadie es tan entregado como para luchar por un hueco que no tengo.

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