24/11/13

Indiferente

Nada. Queda nada. Soy la más pequeña. Soy la niña, la ingenua, la que no sabe de nada. Soy la que tienen que llevar de la mano, soy a la que tienen que levantar entre todos. Soy la que se cae con el mínimo golpe. Soy y siempre lo seré. Aunque venga gente nueva, aunque se vaya gente familiar.
Soy la que no alcanza la estantería. La que ve todas sus cosas ahí, encima, a unos metros. Soy la que no llega. La que se ve obligada a mirar, a gritar en silencio, a pedir con los ojos. 
Soy la que salta, la que sigue saltando cada día. Soy la que no llega. Soy la que nunca llegará. Soy la que necesita de alguien para alcanzar los objetos. Soy la que está en la habitación, junto a los demás. Una habitación llena de gente. Una habitación que seguirá llena de gente cuando ya no esté. Nada cambiará. Las horas seguirán pasando.

Soy la prescindible, soy el cuadro del pasillo, soy el pasamanos de la entrada, soy el escalón del segundo piso.
Todos me miran, todos se apoyan, todos me pisan; pero si no lo hicieran, no pasaría nada. Absolutamente nada.

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