10/8/13

La guitarra


Son tus curvas perfectas que me hacen soñar cómo tocarte. Cómo hacerte cantar mientras rozo el suave tacto de tu pecho. Tocarte de manera que incluso tú misma disfrutes. De manera que tu voz calme hasta al mismísimo diablo; porque el sonido de tu alma es grandioso. 

El sonido que se escucha cuando un virtuoso te acaricia. Porque él sabe los puntos exactos en los que rozarte. Sabe en qué momento debe ser intenso y en qué momento debe ser delicado. Sabe cómo persuadirte y estimularte para que suavemente cantes con esa voz celestial que tanto desearía yo provocar.

Esa voz que parece provenir de tu interior. Pero cuando uno se asoma al agujero que deja entrever tus adentros, solo se ve un vacío hueco, solo aire. Porque tu alma no es para cualquiera. Tu alma solo la puede ver aquel que sepa acariciarte con ternura y sentimiento. Aquel que disfrute con el tacto de tu forma, aquel que dedique media vida a estudiar tu comportamiento y figura. Aquel que tiene la suerte de conocerte en época temprana y saber apreciar la belleza que tiene ante sus ojos. Aquel, que al contrario que yo, se enamoró de ti en su primer vistazo.

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