30/9/13

Matices

El color. Sí, sí, el color. Azul o verde. Color claro que resalta los ojos penetrantes. Me asusta ese color. 
Color que necesitas para sentirte bien porque algo va mal. Color que me recuerda que puedes volver a lo mismo. Color que me destroza por dentro y se ríe de mí sabiendo que no puedo controlarte.
Color que creí desaparecido, pero vuelve como advertencia.

29/9/13

Desde la ignorancia

Gracias por aclararlo. Es lo que necesitaba. Mi sufrimiento no se ve incitado por la ingenua esperanza. Ahora sé que solo es mala suerte. Esperaré a que pase sin temer perder algo que quizás pudiera poseer. Porque ahora sé que nunca estará en mis manos ese hilo de felicidad. La complejidad va de la mano del transcurso de mis días.
Pero solo es eso: mala suerte.

24/9/13

Verdades como puños


Historias trágicas. Risas amargas. Abrazos forzados. Sonrisas irónicas. Llantos insufribles. Metas alejadas. Palabras con alas. Ojos sin fondo. Manos cálidas. Corazones palpitantes. Dientes apretados. Injusticias banales. Notas ahogadas. Reflejos reales. Vidas fingidas. Sufrimientos ajenos. Respuestas dolorosas. Viajes inacabados. 

Rabia solitaria. Soledad acompañada. Compañía dolorosa. Dolor atractivo. Atracción condenada. Condena eterna. Eternidad inexistente. Inexistencia real. Realidad a cara o cruz.

Estancada


Dolor de ausencia y presencia. Sentimientos que quedan en el aire. Nadie sabe lo que ocurre. Ni siquiera yo. Quizá tú tampoco lo sepas. Pero tengo la certeza de que algo sabes. Cada sugerencia me abruma. 

No sé si lo evitas. No sé si no te das cuenta. No sé si no quieres darte cuenta. Pero algo pasa. La mayoría lo ve. Cada uno lo interpreta, pero nadie habla del tema. Me da miedo su reacción. Ella también lo ve, pero espera paciente. Me da miedo hablarlo. Me da miedo la ignorancia de lo que pasa. Es una situación nueva. Y es tremendamente compleja. Los sentimientos me abrasan. Sé lo que me dicen, pero no van en consonancia con la rotación de la tierra.

Estoy de parte de lo correcto porque no daré el primer paso. Yo soy la que no sabe qué quieres. Puede que tú tampoco, pero ya te lo dije. Aunque no lo creíste ni lo tuviste en cuenta yo te di mi respuesta y tú la mía. Pero tus actos son tan contradictorios. Toda esta situación la mueven tus sentimientos. Los sentimientos de los demás están medianamente claros. Pero tú eres tan contradictorio. 

La miro y me asusta lo que pueda pensar. No sé qué piensa cuando te ve despidiéndote de mí. El resto sabe que algo raro ocurre. Saben que algo va mal, algo no está claro. Desearía saber qué dicen a nuestras espaldas para así tener una posibilidad más verosímil para esto, pero mi mente no da para más. No consigo ver más allá. Lo único que sé es que esto es nuevo y me sienta bien. Me devuelve las ganas de sonreír como una idiota cuando recuerdo ese segundo.

Y no sé si está bien, si debería decir que no. Pero si me hace sentir bien, no puede ser malo para mí. Sin embargo, su mirada se aparta al vernos así. ¿Tendrá celos inexpresables?

¿Creerá al igual que yo que no puede ser posible? Pero si no lo es, entonces ¿qué ocurre?

¿Qué está pasando?

Quizás los dos estén igual de perdidos que yo. O incluso todos estén igual de perdidos que yo. No quiero estarlo. Me gustaría saber qué pasa. Puede que no tenga la respuesta, pero no se me ocurre nadie más en quién buscarla. Puede que me mienta, pero ¿por qué motivo? O puede que se mienta, pero el amor que siente hacia ella no es fingido.

Puede que sea la única ignorante ante todo lo que pasa. No sé qué pensar. No sabe lo que ocurre o no quiere saberlo. O lo sabe y no quiere sacarnos de dudas.

¿Y si yo fuera la que no me entero? ¿El mundo se ríe de mí? Me gustaría aclararlo, aclarar algo. Necesito respuestas o preguntas que no haya planteado. Necesito otro punto de vista porque el mío está muy nublado. Pero qué punto de vista busco sin salir dañada.

Creo plenamente que cada uno, cada uno de los cuatro puntos de vista ignora la información de los demás. Cada uno tiene su interpretación, su propia conclusión, sus propias dudas y su propia búsqueda de la respuesta; pero ninguno tiene la fuerza para acercarse a otra interpretación, otra conclusión, otras dudas u otras búsquedas, porque ninguno se atreve a hablar del tema. Ninguno se atreve a desnudar su propia verdad por miedo al estruendo que pueda ocasionar.

La única persona que puede dar por acabada esta situación de incertidumbre es ajena al sufrimiento de cada vértice del cuadrado. La única persona con poder para acabar con este entramado de insinuaciones y miradas de soslayo no es capaz de ver que algo ocurre.

No es capaz de ver que busco una respuesta acorde a lo que sucede. No es capaz de ver que espero una respuesta que comienza con una simple pregunta. No pido más. No exijo algo que no tengo. No cuestiono tus actos. No requiero más de lo que das. Solo deseo hablar y dejar de imaginar. Solo propongo poner las cartas sobre la mesa para saber con qué cartas puedo jugar.   

11/9/13

Rocas familiares


Te escribo a ti. Busco respuestas y me duele. Déjame ir. No hay problema. Déjame ir, dame la oportunidad. Te lo suplico. Necesito hablar y que me escuches. No quiero letras, no quiero insistencias. Solo escúchame, por favor. Escúchame por un momento y entiende mis palabras. Entiende mis sentimientos. O finge entenderlos. Pero hazme creer que estás aquí. 

Escucho el silencio. 
El aire me habla. 
Siento el viento abrazándome. 
Las gotas de lluvia me besan la cara. 
Las ramas de los árboles me arañan. 
Las montañas me sorprenden. 
Las cuevas me responden. 
La niebla me confunde. 
La nieve me hiela. 
El mar me acuna y balancea. 
El sol me calienta. 
La arena me cosquillea. 
Los jazmines me excitan. 
El fuego me quema. 
Y el tiempo me mata... Pero ninguno de ellos me escucha.

2/9/13

Solo cabe esperar


Una canica negra y diminuta que quiere encoger y rodar a nuevos mundos. Si fuera blanca no se camuflaría. Se vería. Si fuera blanca.

Es negra por fuera y oscura por dentro. 
Es diferente a las demás y sufre por ello. 

Se quedó enterrada. Se quedó en el agua y desearía hundirse más. Desearía traspasar la tierra y llegar a una fría playa solitaria. Una playa gris y helada donde pudiera recuperarse de sus golpes.
Pero no hay playa. La canica cada vez es más pequeña y gruesa. Y su interior cada vez es más oscuro. Cada vez se acerca más a esa dulce playa.

Una mujer sin rostro toca el violonchelo. La canica se aferra a las notas. Desearía convertirse en esa melodía y así fundirse con el viento. El viento la alejaría de todo, incluso del propio viento.
Llega a un suelo de mármol. Lo siente, lo abraza, lo besa. La canica vuelve a encoger y se aleja del calor. El frío la protege del abrasador fuego que terminaría por consumir su oscuro interior.

La canica vuelve al mar. Intenta avanzar sabiendo que no flotará, pero cuando parece conseguirlo, las olas la devuelven a la orilla. Su única salida sería huir. Pero, ¿a dónde huir si está en una isla?

Sus intentos vanos de esconderse la vuelven más oscura y pequeña. Debe tener paciencia y esperar a que el viento amaine. Si el agua está en calma, ella podrá seguir avanzando. Pero cada vez que se esconde se vuelve más pequeña y pesada.
Si continúa así, se ahogará por su propio peso.