29/12/13

Iba de blanco

¿Por qué pasas de mis respuestas? ¿Por qué haces como que no escuchas o lees? ¿Por qué no quieres ver la realidad? Distorisionas la realidad como te apetece, distorsionas tu cuerpo y distorsionas mis sentimientos. Te hablo y no escuchas, te escribo y no lees; y luego se creen que me gustas, que eres la que no me deja dormir por las noches.
La realidad es simple, pero cada uno se inventa lo que quiere. Tú te inventas tu cuerpo, ella se inventa sus historias, y yo me invento mis oyentes, mis lectores.
"Ya no te cuento esas cosas", ¿dónde quedo ese interés de saber o de preguntar? ¿Donde están esas palabras del "ya hablamos"? No las encuentro por ninguna parte. Te he dejado un mensaje claro, una frase sin posibles interpretaciones; porque yo soy así, digo las cosas tal y como las siento si veo que lo necesito, pero tú no haces ni caso. ¿La lista se reduce o pierdo todo lo que tengo por un motivo que ni siquiera reconozco?

Me dices que no estás, que pasas las navidades lejos y te veo, pero sigues sin ver lo que gritan mis ojos. Piden que los mires, que te metas en ellos y veas que te necesito durante unos minutos, junto a mí, sin tonterías, sin risas, sin hablar. Pido que me acompañes en la búsqueda de mi silencio, pido que te sientes y no me digas nada, no me digas te quiero, solo túmbate a mi lado y escucha el murmullo del viento.
Crees que me conoces, incluso yo lo creía, pero me sorprende que no seas capaz de mirar a mis ojos y ver. Me sorprende que no seas capaz de ver, me sorprende que veas odio en mi mirada cuando solo hay escucha y reflexión. 

No sé en qué estaba pensando, no se en qué estoy pensando. No sé en qué estaré pensando mañana. No sé por qué creo que hay gente que siempre estará ahí. No sé por qué tengo una frase para cada uno en mi nota de suicidio. No sé porque tengo una foto de cada uno pinchada en la pared. No sé por qué les cuento cada vez que me toca dar a los demás, felicitar, regalar, celebrar o llorar. No sé en qué estúpido momento llegué a pensar que mi corazón debía estar abierto para ellos. No sé en qué absurdo momento pensé que valía la pena por ellos. No sé en qué inimaginable momento me olvidé de que eran humanos y soñé con que eran superhéores. No sé en qué olvidado momento perdí la poca cordura que tenía para creerme importante.

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