27/11/13

Escaparé

Son pocas horas al día, pero no puedo. Verte me hace infeliz, me hace sufrir. Cada palabra, cada gesto, tu superflua presencia.
Pido ayuda y no me veis. Mi silencio es el grito más fuerte que oyen los sordos, pero vosotros seguís pensando que todo va bien. Que estamos como siempre.
Desearía poder hacerlo, desearía escapar. Me dan igual las condiciones, me da igual cómo vivir o si vivir. Solo sé que no quiero estar aquí, no puedo estar aquí. 
Los momentos de paz suelen ser los que pasas con seres queridos bajo un cómodo techo. Incluso con un techo de menos. Pero es llegar y encerrarse entre cuatro paredes. Es desear que nadie vuelva, que todo sea mío. Que una simple pared sea mía, pero solo mía. 
Odio lo que tengo. Odio que la gente me etiquete por frases cuya explicación está todavía vagando en mi mente. Os odio a vosotros. Odio vuestra presencia, vuestros intentos de acercaros, vuestra necesidad de controlarlo todo, vuestra compañía. Os odio. Y os odio de verdad. Os odio de la manera en la que se explica el odio a una niña pequeña. Os odio por desear vuestra muerte. O algo similar a la muerte, como el no volver a veros nunca más. El no tener que aguantar las palabras por las que me definís. El no tener que aguantar vuestro rechazo. El no tener que aguantar cómo me alejáis de esto a lo que te sientes condenadamente unido para siempre desde el día de tu nacimiento.
Desearía no veros nunca más. No volver a teneros cerca de mí. No sentirme mal por vuestras palabras. No rechazar mi felicidad por teneros contentos.
Desearía la muerte antes que volver a veros mañana.

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