23/5/13

Momentos a solas

Si ves que me alejo será por algo. Si realmente te necesitara me tragaría el poco orgullo que tengo y te abriría paso. Pero no es así. No sé cómo mostrártelo de manera más evidente. Te evito en todos los sentidos. No sabes apenas nada de mí desde hace casi ya un año. ¿Y ahora vienes con esto?
No tienes derecho. Seas lo que seas para mí no tienes derecho a ello. Nunca me has preguntado sobre ese aspecto de mi vida y ahora, en el peor momento, vas y sacas el tema. Alguna mente absurda pensaría, ¡qué casualidad!

No puedo mentir. Te odio. Desearía salir de aquí y no tener que verte diariamente. Porque me recuerdas todo lo malo de mí. Me recuerdas tu cara de incredulidad y decepción.
Me veo obligada a seguir en este pozo, pero prefiero estar sola que con tus incómodas preguntas.

No pienso hablar contigo. No quiero hacerlo. Y además, ¿cómo pretendes que te hable cuando estás en silencio?
No puedes pretender que la gente hable a cambio de nada. Tu vida es tu vida, yo no me meteré en ella y no preguntaré. Puedes contarme lo que quieras aunque sinceramente me es indiferente.
Pero quizá, el primer paso para invitarme a hablar sea dar uso a la sinceridad y dejar de lado el egoísmo y así pensar un poquitín más en los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario