Y este es el fin. Palabras necias, oídos no sordos. Mi
verdad acabó con todo. Lo sé. Ya no estás. Ya no buscas una noche a solas.
Tienes miedo. Y no sé de qué, pero no quiero saberlo.
Miedo de ti, de mí, de lo que pueda o no pueda pasar. Miedo
de tenerme cerca. Incomodidad ante mi presencia y frases estúpidas que ahora te
guardas. Solo por eso. Por miedo.
Fui yo. La que levantó sus cartas, de forma consciente y sin
titubear. Y ahora todo sigue igual. Diría que incluso peor. El mundo sigue sin
moverse, yo sigo aquí, quieta, sin nada más que decir. Sin ningún otro movimiento
que poder llevar a cabo. Solo esperando que alguien me responda, porque ya no
tengo pelotas. Las lancé todas al tejado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario