14/7/14

La espera ha girado

Bien, bien. El verano llega y los sentimientos se amontonan. Mi idea tiene títere, pero el títere puede sufrir. Mis mentiras salen de mi boca a borbotones. Sin remordimiento, sin culpa, sin ganas de volver atrás para cambiarlo todo. Mis mentiras fluyen entre frases y frases tan poco sinceras como mis pocas caricias.
Lo deseé. Estuve a punto de hacerlo, un roce, una caricia. Pero por miedo a lo que pudiera sentir, me aparté. Pensé en la realidad,  en mi cómica realidad. Dejé de lado mi primer amor entre falsas palabras que reunían la mentira más grande que he podido contar. La mentira que me perseguirá hasta el final de los días, pero que tuve que contar para no alejarte de mí. Para aprovechar hasta el límite que siempre supe que existía, pero que me negaba a creer en una pequeña parte de mi cerebro.
 
Y apareces tú. No, miento. Aparecen tus palabras por medio de la escritura de una desconocida. Aparece mi estupidez, mi ingenuidad, mi incredulidad. Aparecen de nuevo esas palabras que con tanta desesperación escribí, sabiendo que pese a los años y las miradas perdidas, sigues provocando en mí un gran mar de sensaciones. Sigues siendo aquella niña a la que tanto quise y tanto quiero. Sigues siendo mi dolor ajeno que por tantos años seguiré recordando, pero que ahora vuelve a resurgir de esas cenizas que creí perdidas. ¿Hasta qué punto hemos llegado?
La madurez no llega a comprender esta situación. No llega a comprender cómo dos personas que se han querido tanto y que se siguen queriendo a escondidas, no son capaces si quiera de mirarse a la cara en encuentros casuales. Te echo de menos, pero el tiempo ha malcerrado esa herida cuyo origen no creo que conozca ni el mismo Dios.
 
Cuanto más sincera, más dolor infligido. No eres eso. No eres lo que he sentido. No puedes serlo. Tus manías, tus palabras, tus gustos. Nada tienen que ver. Ni por asomo. No puedo. Me siento incapaz de mentir y llegar más lejos cuando sé que no es lo que busco. No es lo que quiero. No de esa manera.
No puedo ofrecerte más, ni pedirte más. No lo necesito, al menos por parte tuya porque sé que no llegaré al final.
 
Las tres habéis llegado ahora. Justo ahora, sin aviso, sin permiso de entrada. Sin un aire de intuición. Las tres sois una parte de mí y os juro que no sé cuál es la peor. No sé cuál es más destructiva. No sé cuál de vosotras me hace más desgraciada. No entiendo qué sentimiento es el que más me empequeñece con una alta grandeza.