11/2/17

Una sonrisa

Esa, la que dura y dura. La que deja huellas. La que permanece. La que sigue aquí sin cansarse. La que reaparece con sólo pensarte.
Las horas pasan y pasan, pero sólo las nota el reloj. Sólo las notan hoy mis piernas, cansadas de tanto andar, pero dispuestas a seguir con sólo recordar. Una tarde mágica entre luces y adornos. Música de fondo y dos manos unidas. La tuya y la mía. Sujetas entre ellas sin apretar. Dejando espacio para respirar y sin miedo, porque ambas sabemos que están dónde quieren estar. Una junto a la otra.

En un rincón, esperando la cena, mirando por una ventana acristalada y con ganas de sujetarte la mano de nuevo. Sin poder dejar de mirarte. 
Tus ojos, tu risa. La que tengo aquí grabada para sentirte de nuevo. Para sentir esa felicidad inesperada que llegó con tus movimientos. Haciéndome latir el corazón como nunca antes, sacándome te quieros con una facilidad abrumadora. Dibujando caminos que nunca antes soñé. Porque tus ojos cielo, esa belleza incalculable que transmite toda la bondad y dulzura que alberga tu ser.

Recorrería mil calles más en silencio, agarrada de tu brazo, escuchando el sonido de tus tacones. Me haría hueco entre cualquier multitud con tal de ver esa belleza llena de luz bailando junto a la música, con inauguración o sin ella. Te escucharía señalar cada animal hecho figura y esas risas hacia mi manejo del idioma.

Porque te seguiré invitando a planes reinventados, cruzando puertos e iglesias. Descubriendo más globos y dementes. Seguiré esperando esos cinco minutos de cortesía deseando el beso en la mejilla. Seguiré pensándote y pensándonos. Creando nuevas excusas para sentirte y tenerte cerca. 

Porque de mí pequeña, tú no te vas a librar.