22/6/16

Antes del juicio

El ahora es lo que entiendo. Mi sentir y el tuyo. Estas ganas irremediables de sonreír por tenerte cerca. Por haberte conocido. Por estar aquí.
Suspiros. Unos detrás de otros.
Me abriste el alma dejándome desnuda frente a lo que parecía imposible. Tus ojos cielo, ese universo que no deja de viajar entre lunas y satélites.
Esa risa, incansable y perfecta. Como tu dulzura.

Esta felicidad. Lo mejor de mi vida. Lo más puro y dulce. El momento que pienso explotar. Sin miedo, sin finales pensados de antemano. Sin todo lo que pueda pasar. Sin todo lo que se me viene encima.
Sólo tú y todo lo que me has hecho descubrir entre risas y besos.
Sólo tú y yo. Aquí y ahora. Sintiendo entre caricias un amor entre susurros.

Los detalles escondidos bajo cruces de miradas, las que pierdo entre movimientos suaves y delicados que descubrí junto a ti. Aquellos que bailando trajeron tanta pasión a un alma escondida y llena de desastres. Un alma que aún por el mismo camino se decidió a sentir; porque evitar lo inevitable no es cosa de locos, sino de ciegos.

13/6/16

Entre sábanas blancas

Una sonrisa ansiosa y expectante, asintiendo ante la corta espera de lo que puede o no puede pasar. Apenas unos segundos para finalizar, los suficientes.

Movimientos que un desconocido puso en mí, como si siempre hubieran estado conmigo, como si aquellas manos sin nombre hubieran crecido conmigo enseñándome cómo caminar, cómo mecer con suavidad mis caderas, cómo controlar mi pecho, dejándose hacer.

Cayendo sin miedos, con seguridad. Sabiendo que esas manos, ese pecho, ese cuerpo me llevarían en el momento y hacia el lugar correcto. Abriendo caminos oscuros y pisando con delicadeza y dulzura; con firmeza y sin miedos.

Sin miedo de sentir lo inimaginable.
Aquello que nunca antes hubiera pensado entre sábanas.
Sin miedo de sentir la plenitud en un sólo instante a través de un desconocido sin ojos que recordar.

6/6/16

Nous

Un nuevo año. Días atrás preparando, perfumando, comprobando mis galas habituales. Media hora programada para hablar de todo y de nada. Ensayando mis sonrisas, recordando mis triunfos y obviando mis caídas. Hablando de un antiguo desconocido que construyó su salida de emergencia.

Días, horas. Y todo para nada. Mis ojeras envejeciendo mis días, mi ropa asumiendo la realidad laboral, mis pies ocultos bajo abrasantes mantas blancas que tiempo atrás constituyeron el único frío de mi cuerpo.

¿Para qué? Todo para nada. 

¿Y por qué? Porque mi sonrisa era lo único que hacía falta. Lo único visible y llameante, lo único sincero y deslumbrante. Acompañada de mis ojos que de nuevo vieron ese cuerpo débil convertido ahora en una fuerza que nunca antes vislumbré. Convertida en esa mujer con carácter que tantos años atrás se dejó caer junto a adolescentes sin hogar.

Hacía tanto que no lloraba. Ayer no recordaba mi última vez. Hoy se ha convertido en el ahora. 

Una sonrisa tan inmensa que transporta tu mar sin remos a una nube de ensueño. Preparativos sin resultado, intentando graduarme una mañana para ser feliz hasta en las horas sin sol. Y fueron esas ardientes horas sin sol las que me graduaron con esa sonrisa que de naturaleza constante me mece hasta el mar. Sin poder parar...