10/4/16

Levantarse es obligado

Y de repente caí. Caí en mis defectos, en mis imperfecciones. Caí en mi mayor debilidad. Crecí, olvidándome del orden, del saber tener, de los detalles y sus recuerdos. Me convertí en alguien libre dejando atrás la cuadrícula que cerraba este puzzle y sus piezas. Mi mayor logro trajo consigo una parte equivocada de mí. Mi desastre.

Caí en mi desastre y me dejé hacer por unos segundos. Mi corazón lloró sabiendo que nunca haría las cosas al derecho. Que aunque algo saliera bien, mi manera de mirar las haría caer como yo, ante una realidad desdibujada.
Unos segundos donde mis manos no eran más que bolas de demolición y mi cerebro sólo pensamientos inútiles que ningún niño querría escuchar. Infecciones llenas de alcohol.

Sólo unos segundos. 
Pasados, volví a ser feliz.

Me miré a los ojos y sonreí. Sonreí sabiendo quién soy y quién quiero ser. Sonreí comprendiendo que el desastre es lo que me hace ser como soy. Mis imperfecciones, detalles que me descubren todas esas personas tan maravillosas que tengo a mi alrededor. Todas esas personas que me aceptan tal y como soy. Que me quieren a pesar de olvidarme de recordar. Que me aprecian entre gritos y silencios. Que han compartido conmigo este día tan maravilloso y que estuvieron a mi lado a pesar de tener que escalar montañas llenas de escombros para estarlo. A pesar de mis imperfecciones.
Mi felicidad se redujo a eso. Incluso con pérdidas de por medio.
Mi gente. Mis sonrisas. Mi vida.