4/2/16

Interruptores

Manos. Recorriéndolo todo; y nada. Sólo un leve contacto. Apenas una milésima parte de lo que ya tenía. Pero un todo que me llega hasta límites insospechados. Risas desoladoras dando un poco de sí. Quitándomelo todo. Mi aliento, mi respiración, mis palpitaciones.

Miedo al sentir aquello. Aunque de nuevo seamos dos desconocidos. Almas que se encuentran y sin hablar, caminan de la mano.
No recuerdo nada. Ningún detalle. Tu olor, tus palabras, tu apellido, ni siquiera el color de tus ojos. Sólo recuerdo tus labios. Tan llenos de pasado y dulzura. Como tú, dulce que se lleva lo amargo. Que me abandona, ahogada, entre manos inesperadas.

Hora de sentir, buena o mala. Sin tenerte entre mis brazos sacaste algo nuevo, pasado e inexistente.
Miedo magnético que ansía pasar de página.

2/2/16

Muros irrompibles

Cada nueva noticia es sólo una tragedia de más. Una de tantas. Un acontecimiento mundano y habitual. El sufrimiento de un desoconocido.

En eso te has convertido. Ya no hay ningún deber interno que me impida moverme. Ya no hay fuerza irracional que tire de mí para quedarme a tu lado y salvarte.

Descubrí hace mucho, que no se puede salvar a quien no quiere salvarse. No se puede ayudar a quien no quiere ayudarse. Y pese a que mi primer impulso es luchar para darte motivos por los que intentar luchar, el tiempo ha envejecido mis ganas. Y ya no queda nada. Ni si quiera sentimientos. De ninguna clase.

Sólo quedas tú, en tu pozo oscuro y profundo, el que vas ahondando día a día. Y quedo yo. Fuera, con una cuerda, haciendo y deshaciendo. Nudos del alma. Y sin esperar tus gritos de socorro. Sólo viviendo donde puedas encontrarme.