23/1/16

Terceros

Alma errante. Dulce oscuro que lo alumbra todo. Corazones rotos. Llantos acallados entre gritos de silencio. En el pecho, un puño luchando por la libertad. Inerte, yaciendo sobre la grasa negra de unos ojos perdidos.
Una mirada inexistente. Ojos rojos ocultos entre las sombras. Evitando cada esquina a la que poder mirar.
Hora correcta, esperada y sorprendente.

Un seco aleteo, afilado, moviendo el aire frío de tus entrañas. La nada nadando como piraña enfurecida. Luchando desesperadamente, peleando por lo que nunca será suyo. El aire de los vivos.
Los sonidos que nunca escuchamos. Los que presentes golpean nuestra cabeza hasta incomodar el alma. Sangre derramada, manchándolo todo. El pasado, el presente y el ahora.

Sucios esclavos del tiempo. Sin nada en las manos. Sólo una vida que destrozar y llenar de lágrimas derramadas. Como el vaso que con tanto anhelo llenáis entre hipocresías y falsas sonrisas.
Escupiendo falsedades, cuchillos puntiagudos con los que os cortáis.
Inconscientes, lanzando heridas que nunca curarán. Un débil y frágil intento de deshaceros del dolor. Creyendo sin creer que vuestra lucha tiene un final. Pensando que hay lucha, cuando no sois más que marionetas astilladas por el tiempo.

Imperfecciones que os carcomen por dentro, como termintas hambrientas a punto de explotar. Como hombres sin cables que se creen máquinas.

16/1/16

Enamorada

Juventud, divino tesoro. Paciencia, arma guerrera.
Respirando hondo. Tomando aire, cerrando los ojos, alzando los puños. Soltando el aire y volviendo a la normalidad.
Diana de todos, querida por nadie. Paciencia ante las risas y los rechazos. Amando el aire, buscando un destino.
Burlas llenas de cariño, llenas de ruido y sonidos. Llenas de risas alegres, contactos humanos y sentidos comunes.


Como espectadora, viendo pasar los años dentro de un mundo rústico, lejano, tópico. Real. Desde mi burbuja.
Niños, muchos, demasiados. Manchándolo todo, llenando el silecio de ruidos estridentes y molestos. Como tus inseguridades. Como tu lengua bañada en alcohol. Actuando libremente y sin pensar.
Mi corazón lleno de ira, aguantando con paciencia. Respirando a la espera del hogar. Mi hogar.


Sonriendo, feliz. De verdad, sin fingir. Sabiendo los contras de mi situación y disfrutando hasta el final de los pros. Sintiendo el amor, el cariño. Llevándolos hasta el final. Lanzando besos por todas partes.
Rechazados, ignorados, devueltos, aceptados, guardados en el corazón. Besos a quien quiero y como quiero. Amando a quien amo. Sacando todo lo bueno que siento y acallando sólo lo malo, justo antes de eliminarlo a través de la caja sin fondo. 

Queriendo tu voz y sus finales, tus ojos y su pasado, tus ojeras y sus llantos, vuestros pasos. Los pañales, la alopecia, el embarazo, la inseguridad, el despiste y las idas de olla llenas de desastre. La mezcla perfecta. Una salsa de vida. La mía.

8/1/16

Cuál de ellas romperías

Ojos claros con un oscuro profundo,
nadando sobre ellos sin ver el fondo.
Creyendo ser dueña de algo cristalino,
embaucada por frases que rompieron mis motivos.
Olvidándome del olvido,
como de tantos detalles nimios.
Volviendo a la realidad, al presente.
Volviendo a tanto pasado estancado.
Subiendo montañas sin apenas aire.
Respirando de tu aliento, saliendo del desencuentro.
Rozando la finalidad de todo esto,
de todo aquello, de aquellas. De ninguna.
De mí.
Sin nada en las manos, vacías como antaño.
Viendo en el gris oscuro del paso de los años.
Mi finalidad. Mi encuentro con el ser.

Mis cuatro de la tarde con la única diosa que originó todo esto.
Mis tres reyes magos. Mi felicidad en mi antiguo dolor.
Pisando una nieve cálida que sin avisar pasó a tempestad.

Yo, sin apenas pieles calientes,
enterrada por sorprendentes copos.
Del claro de tus ojos, al pozo oscuro,
del pozo rojo, al moreno amante.
Del amante, a mi soledad en compañía.
Sin letras que saborear, con mi presente entre bambalinas.
Espejos alumbrados, mi rostro en él. El verdadero.

6/1/16

Se convirtieron en recuerdos

Sólo basta una sonrisa. Una más. Sólo una. Un mínimo esfuerzo es la clave del éxito. La clave para caer o dejarte caer. La clave para volver a ese pozo oscuro o recuperar de nuevo un escalón.

No podría ser más feliz. Con mis recuerdos, los buenos y los malos. Con todo lo que soy y todo lo que tengo. Sabiendo que cada noche tengo que volver a casa, pero recordando que cada día saldré a comerme el mundo. A pisar con paso decidido, siendo como soy y sin miedo a serlo.
Los baches y mis errores, son cosas de las que aprender. Cosas necesarias que me han enseñado a ser como soy, sin fingir, sin pretender ser otra persona. Sin forzar caminos inexistentes.

Una tarde de recuerdos pasados que como fotografías quedarán en alguna caja. Una caja que abriré para entender cómo llegué hasta aquí, cómo llegué a dónde quería, sin reproches ni rencor, con recuerdos y amor. Con pasos mal dados que se convirtieron en enseñanzas.
Pero al fin y al cabo, en alguna caja.