24/5/14

Asocial

Seguimos en las mismas. Sigues cayendo y cayendo. Crees llegar a algo, a alguien. Crees llegar a ti. Al fondo de tu alma. Crees conocerte y ser auténtica. Fiel a tu forma de ser.
Crees y sigues creyendo. Como tantos otros creen en Dios.

El mundo es absurdo, la gente es absurda. Y tú eres absurda. Eres la peor de todas. 
No llegarás a sentir nada. Nunca llegarás. 
El hueco que dejan las canciones, los ritmos, las letras sin dirección; nunca se llenará. Vivirás con ese hueco de insatisfacción, errores ajenos y estupideces sin sentido.
¿Amor? Sigue en tus trece, te consumirás por dentro, al igual que una vela. Alumbrarás la noche de los demás mientras te consumes hasta llegar al fin, sola, como la mecha que nadie ha prendido.

Te decepcionan ilusiones que sabías inciertas, pero te agarras a los clavos ardiendo. Haces de juez y jurado. Y no te faltan ganas para ser verdugo, pero te faltan metros para caer de verdad.

18/5/14

Te juro que lo intento

Y no lo entiendo. No sé por qué aquí, con ellos. No lo entiendo. Estoy en un hueco que no existe ni para ellos ni para mí. No piensan en mí. Solo recuerdan que hay alguien más viviendo cuando les apetece o necesitan algo. Cuando necesitan cosas que me regalaron con el fin de poder cogerlas ellos como si fueran suyas, sin parecer egoístas y derrochadores. Me tienen ocupando un espacio que les sobraba. Me tienen porque se equivocaron, se equivocaron al casarse, al intentarlo buscando un niño pequeño al que poner el nombre del padre. Pero ni siquiera eso saben hacerlo bien, ni siquiera eso. Se quedan a mitad, provocando un error que ellos olvidaran cuando salga de aquí, pero que yo arrastrare durante todos estos infernales años que me quedan por vivir. Y todo por su culpa, por su falta de saber hacer, por sus intentos fallidos y sus errores humanos.
Y caen sin descanso llegando a un fondo que no existe. Por causas ajenas a las consecuencias y ajenas a mi desgana de seguir así, sola, en medio de tantas y tantas palabras dañinas que me hicieron creer y que me atormentan cada vez que me doy cuenta que sigo aquí, dependiendo de ellos. Dependiendo de mi única oposición a ser feliz.

Te toca levantarlas

Errores. Son subjetivos e imparciales. No sé por qué decidí hacerlo, me arrepiento tanto. 
Cierro los ojos, bajo la cabeza y suspiro. Siento vergüenza. Me siento desnuda y mareada.
Pero volvería hacerlo. Todo tal y como ha sucedido. Volvería a repetirlo. Volvería a beber. Volvería a confirmar esos deseos. Me encantaría volver a sentir esa risa, esos empujones, esa mano, esa mirada celosa y desconfiada.
Esos labios sin interés ni tacto. Ni siquiera los recuerdo. Solo recuerdo esos pasos apresurados alejándose de mí. De mi impulso.
Desearía volver ahí, a las confesiones, a las respuestas innecesarias y sorprendentes. A mis equivocaciones insosprechadas. 
Volvería ahí, a obligarte a seguir, a decirte "shh", sabiendo que esa respuesta significaba mi afirmación ante una pregunta tan directa. Sabiendo que mis deseos de poseerte quedaban evidenciados delante de tanta gente. Incluído él. Pero volvería hacerlo, aunque me pesara su mirada para los restos, volvería a hacerlo.

La pregunta ahora es, ¿cómo volver? ¿Cómo mirar? ¿Cómo actuar?
Dejando de lado los problemas ajenos, haciendo uso del egoísmo. Me sentí bien. Arrepentida y avergonzada, pero bien. Cosas que no deberían haber sucedido porque no significan nada, pero que sucedieron y no se llevaron mi mundo. 
Me olvidé de contestar, de llamar o preguntar. Me olvidé de tus problemas y fui feliz. Pero volviste, me hablaste, me contaste y me lloraste. Una mano te arrancó de mi lado y no me dejó ayudarte. Me olvidé de que existías, de que existían tus problemas y de que tu muerte es tan dulce como la mía. Pero mi cabeza más ordenada que la tuya. 
El problema empezó a florecer y ese mismo problema sacó una mano, me alargó un plato y me apartó de tu lado justo en el momento en el que creí empezar a ayudarte de verdad. Justo en el momento en el que creí que empezabas a ver lo que ocurría. Y me quedé parada, te dejé ir por no tener más fuerza que una pareja.

No puedo más. No puedo más con tanta sutileza y tanto secretismo. Con tanto misterio y con tantos segundos que se lleva este desconocimiento. Quiero entender qué pasa. Quiero saber qué es lo que hay entre nosotras. Me encanta tenerte día a día, a mi lado, con tus sonrisas y estupideces. Con mis ganas de volver a verte al día siguiente. Pero ya está bien, necesito saber qué sientes, porque yo necesito saber cómo actuar. Me encantas. Tu manera de ser y tu presencia. La amistad es hermosa y no quiero destrozarla con un falso enamoramiento, porque lo mío no es enamoramiento, pero sé que es algo más. Te deseo. Ayer te deseaba y hoy también. Y no creo que mañana cambie de parecer.
Solo aclárame las cosas para seguir insistiendo o para elegir otro camino y otras opciones. Porque necesito alguien con quien compartir más que palabras. 

Y tú eres mi primera y única opción ahora, después de ese beso que no sé si recuerdas.

10/5/14

Cuando apetece

El problema no es tener problemas.  A veces son inevitables, las cosas salen mal y punto. El cerebro se bloquea, el azar no ayuda, las respuestas no coinciden. Las cosas malas pasan, las desgracias y los errores. Mi problema no es tener problemas, mi problema es no poder tener un sitio en el que refugiarme. No tener un sitio al que irme para olvidar, para descansar, para llorar o patalear.

Llego y miento como si lo hubiera ensayado meses antes. La indiferencia, las respuestas monosílabas se están convirtiendo en el papel que me toca interpretar nada más abrir la puerta.
No me quejo de tener mala suerte, de que las cosas a veces no me salgan bien. Me quejo porque no tengo nadie que me abrace y me consuele a sabiendas de que lleve o no razón.

¿Cuánto cuesta preguntar? Tan correcto y profesional. Pero sin ninguna idea de lo que está pasando aquí dentro. Márchate, déjame en paz y olvídate de que existo. Olvídate de avisarme cuando viene en gana o de preguntar cuando crees ver algo raro. Olvídate de mí. De mi estancia, de mi puerta. Olvídate de fingir que eres perfecto porque aquí dentro ya sabemos que cojeas de los dos pies. Pedazo de imbécil.

9/5/14

Pues claro

Chiquilla, ¿qué quieres que te diga?
Sonrío, sola, delante del espejo. Me río y recuerdo. Vaya día tan estúpido y monótono. Las mismas personas, las mismas horas, el mismo sol. Un día perfecto. Palabras que encuentran su camino. Esperas que valen la pena. 
Y pasan y pasan, y cada día entiendo menos. Pero me encanta. Empieza a florecer el cariño. De un día a otro, sin que pasara nada. Pero me encanta.
Las cosas parecen salir bien, de forma inesperada. Pero me encanta. Las cosas cambian sin dirección, las cuatro paredes se distorsionan. Y me encanta. Me encantas.

8/5/14

Yo no lo veo

Así deben ser los días. Buenos días, como los tuyos, tan extraños y cariñosamente ofensivos. Días soleados, días de buena compañía. Días de sonrisas y buenos actos. Días redondos.
Días tan normales como el ayer o el mañana, pero especiales con motivo.
Risas, buena compañía, encuentros casuales y sentimientos que afloran.
La vida son estos momentos, los que paso fuera de casa con gente que me saca sonrisas, con tonterías sin sentido o tomaduras de pelo. 
La vida es corta, sin sentido y con final. Quiero pasarla contigo, con vosotros. Ellos quedan en un segundo plano y aquí sobre la mesa, solo quedan un par de cartas por levantar. Si se levantan o no, será cuestión de tiempo, pero el límite de la paciencia se ha perdido, incluso la propia paciencia se ha perdido; al menos hoy.
No espero nada hoy, hoy no. Porque hoy lo he tenido todo. Las cosas han salido bien. 
Ayer fue un gran día. Lo sé. Y hoy esa sonrisa, ese triunfo, esa satisfacción, esa mirada y ese saludo han sido suficientes para hacerme sonreír, para hacerme sentir feliz. Para ser feliz, para compartir y para discutir. Pese a que no te dejes querer, me siento feliz así.

4/5/14

Buenas tardes

Y de vuelta al principio. La gente se va a aburrir de leer una y otra vez lo mismo. Bueno lo de gente suena muy a eufemismo.
La cosa es que cada vez va a peor. Las cosas siguen negras y las soluciones se vuelven cada vez más extremas. Los días pasan y cada vez son más pesados, más largos y menos productivos. Las horas se me hacen eternas frente a una pared. Sin lograr nada. Sin hacer nada con los segundos que alguien se atrevió a regalarme. 
Y lo peor, yo sigo aquí. Sigo encerrándome, aguantando, esperando a no sé qué. Sigo llenando el vacío interminable que hay en mi interior con más vacío aún. Creía que el vacío lo había llenado todo, pero no es así. Todavía queda más vacío que llenar con el dolor y la soledad. Con la apariencia y el aire que me rodea.

No he vivido nada, no he vivido con nadie, no he vivido nunca. Pero me da igual. No quiero seguir respirando para vivir algo. No quiero vivir la felicidad de la que hablan aquellos que son felices. No quiero aguantar el ahora para tener un futuro pleno. 
Y aunque alguien se acercara a mí y me asegurara que dentro de unos años empezaré a ser feliz, empezaré a sentir algo; no sería razón suficiente para cambiar de opinión respecto a mi decisión de dejarlo todo. Me da igual el futuro, me da igual lo que pueda pasar. Vivo el presente, y el presente es una espiral constante de sufrimiento, soledad, exclusión y ganas perdidas en batallas individuales. El presente es la vida y yo no la quiero.

Autocompasión repetitiva

Aumentáis mis ganas de marcharme. De irme para no volver. 
A veces me pongo a pensar y llego a la conclusión de que prefiero vivir entre cuatro paredes, con lo básico para sobrevivir; a vivir así, de esta manera.
Lo dejaría todo. Dejaría mis comodidades, dejaría mi futuro, dejaría las amistades efímeras que no me aportan más que complicaciones. Dejaría mi vida por salir de aquí. Por salir de todo esto que me obligaron a vivir sin preguntar, sin pedir opinión. 
Ojalá desapareciera. Ojalá este mundo fuera una pesadilla de la que pudiera despertar en los próximos segundos. Ojalá tuviera el valor y la oportunidad de largarme de aquí para siempre, sin mirar atrás.