La vida es un giro de incesantes movimientos. El tiempo me
da la razón. Los bienes terrenales dejan de tener sentido. Y ahora me encuentro
aquí, sin nada. No hay bienes por los que luchar o pelear.
Solo tengo mi cuerpo y mi mente. Un cuerpo dejado ante el
paso de los días y una mente fuera de lugar que solo quiere elegir.
Elegir sobre el cuerpo, elegir sobre el futuro que el pasado
me ha arrebatado.
Solo quiero esa elección, la elección. No hubo preguntas ni
consultas.
Todo se hace, los días pasan y nadie me pregunta qué es lo
que quiero.
Ya no puedo más. Me desprendería de todo. Me desprendería del cuerpo y de lo
físico. No quiero nada que tocar, nada que sentir.
Me desprendería del conocimiento, de la súplica e incluso de
la armonía.
Sería una mente amarrada por el rechazo y la influencia. Lo
dejaría todo por poder elegir una sola vez. Tener una elección que día tras día
me ronda la cabeza. Pero nadie pregunta y me enseñaron a callar. Me enseñaron a
ser lo que no soy, a vestir como los demás. Me enseñaron a no destacar.
A nadie le gusta la realidad, pero no por ello critico y
margino. No por ello etiqueto los sentimientos y juicios de los demás, aunque
los míos ya estuvieran etiquetados antes de respirar.
La lista se ha quedado en nada. Pensé que la envidia y el
cariño la mantendrían ocupada, pero no es así. Todo acabó, la goma se quedó sin
uso y no me di cuenta de cuándo, pero sucedió.
Vuestros ojos solo verán a una egoísta enferma que no sabe
distinguir el bien del mal, que está confusa ante una vida que la supera. Quizá
sea así. Mi razón ya no tiene sentido, no funciona como debería, no funciona
como la vuestra. Es una razón con miembros amputados e incoherencias claras. Es
una razón sin razón.
No hay amor que pueda salvarme de esta vida. No existe la
palabra amor entre mis usuales a menos que se trate de una historia de
ciencia-ficción.
Amor, amor, amor.
Palabras tan usadas que evitas por el dolor que te provocan
al recordar que todavía sigues enamorada.
El olvido es la salida, el único acto que nos evita los
numerosos momentos que nos han manchado la cara. El olvido terminará con todo.
Pues que se lo lleve todo. Lo bueno también, no valdrá la
pena recordarlo por la pena que lo rodea.
Sangre, crujidos, silbidos y sinsentidos. Vivir en una
guerra lleva a la desesperación y a la locura. Balas y cañones que terminan con
la vida de otros. Nimios y superfluos seres vivos.
La tierra sigue girando, eso es lo único que importa. No
importa nada más. No importan estas palabras. Y quizá no importe que ella siga
girando.
Zapatos de tacón negro, maquillaje y vestidos. Fiestas
importantes, como tolo lo importante. Lluvia de ideas, ideas vagas que nadie
entenderá. Yo no lo entiendo, me cuesta.
Te lo descubriré. No hay nadie, solo tus pensamientos. Ella
no está, sus pensamientos se quedaron en el funeral, junto con su cuerpo
enterrado y a medio comer por los gusanos.
Miedos que aceleran el pulso, besos que corrompen la calma.
Te dejaré ahí, junto a los demás. En un campo seco y quemado. Un campo lleno de
trigo negro que las alimañas devoran sin pesar.
Son palabras que agrietan. No cuentan nada, no hilan nada,
pero al leerlas te destrozan.
No diré más. Es lo que todos pedís, no digas la verdad. La
verdad duele y el mundo debe tener esas fronteras. La frontera de la verdad.
Verdades como vuestra falta de comunicación, mi odio hacia
vuestra posición por la ausencia de aceptación y respeto. Verdades como tu
incapacidad de realismo, como tu enfermedad en el reflejo, como tu terquedad
ante los grises, como mi deseo, como tu silencio. Como el silencio de todos.
Vuestras miradas acusadores no me harán cambiar. Solo aumentan
el prestigio de no aparecer tras mi huída hacia algo mejor, algo diferente,
algo productivo que me empiece a humanizar.
Canciones y letras que cada vez veo más lejanas. Dardos
envenenados que atraviesan mi sistema nervioso a través de venas que actúan sin
permiso. Extremidades débiles y sin trabajo. Ojos que sigo buscando, miradas
inventadas y extrañas. Elecciones sin recursos.
Me empiezo a dar cuenta. Empiezo a irme del mundo. La única
diferencia es que ahora lo hago de forma consciente y sin ataduras. Con la
única falta de recursos entrometidos que no me dejan marchar.
Ya no son metas, personas o deseos. Solo recursos. El resto
ha dejado de ser un impedimento, ya no hay barreras ante tanta inconformidad.
Estaría encantada de visitarte. De decirte a la cara lo que
pienso y así obtener una respuesta gestual o al menos activar mis músculos por
una finalidad común. Y aunque no fuera común, sería al menos reconfortante.
Deseo subir y arrepentirme, pero subir al fin y al cabo. Pues tú no eres quién
para rechazar mis encantos e ingenuidades. No eres la que grita cuando hay
dolor, solo la que escucha cuando se cantan nanas. Y no lo entiendo. Sé que
escribo al vacío. A la nada, que es la única que siempre tiene espacio para mis
caras y mis gestos. Para mis besos y mis saludos. Sé que no estarás, sé que no
estás, no eres el hombre que mis reacciones creen formidable. No eres nada y el
pecado que sus padres verán en todo esto cobra la misma importancia que tu
ausencia. Porque querido, no eres nada, solo un ser imaginario al que poder
echarle las culpas de la suerte mal repartida. Eres un tú inexistente y viviente
en sus cabezas que a ellos les sirve para continuar y a mí me sirve para decir,
tú eres la culpable.
Sin coherencia alguna, como todo lo que me rodea.
Mi expresión es lo que tengo. Mi expresión y mi única
comprensión. Es lo único cierto en todo esto y es lo único que deseo llevarme.
Todo lo demás que se quede ahí.
La importancia sigue sin estar bien definida. Te echarán de
un grupo. Te sentirás fuera de todo. Fuera de todo no es eso cielo, fuera de
todo es cargar con el error que otros cometieron.
Comprendo tu desgana de leer, comprendo tu desgana de
pensar. No sé si quiera, cómo has llegado a este párrafo. Me atrevería a decir
que empezando la historia por la mitad. Aún así, aquí estás, leyendo sin
comprender y llevando mis palabras a tus historias personales que no le
importan a nadie.
Cambia lo que quieras. Porque sé que nunca llegarás a entender lo que quieren decir cada una de
estas frases. Pero eso no importa.
Importa el hecho de que cada vez que vuelva a leer estos cuatros
folios escritos, recordaré con un lenguaje propio e irrebatible que respirar
durante otro año más solo será elección de mis pulmones. Y no mía.
Como aclaración, esto es lo nuevo. No confundas, no confundas
como yo. Y ni se te ocurra responder.