30/11/13

Es fácil

Palabras que hieren. Palabras chantajistas. Palabras adorables seguidas de palabras dolorosas. Y yo te sigo. Parece que hace falta algo más de tiempo, así que no lo pongas más difícil. Si te importo tal y como dices, si me quieres tal y como escucho, déjalo estar. Déjame estar. Déjame. No creo que sea complicado, sino pregúntale a otros tantos para los que mis segundos son desechables y para los que mis sueños son palabras en el aire.

27/11/13

Escaparé

Son pocas horas al día, pero no puedo. Verte me hace infeliz, me hace sufrir. Cada palabra, cada gesto, tu superflua presencia.
Pido ayuda y no me veis. Mi silencio es el grito más fuerte que oyen los sordos, pero vosotros seguís pensando que todo va bien. Que estamos como siempre.
Desearía poder hacerlo, desearía escapar. Me dan igual las condiciones, me da igual cómo vivir o si vivir. Solo sé que no quiero estar aquí, no puedo estar aquí. 
Los momentos de paz suelen ser los que pasas con seres queridos bajo un cómodo techo. Incluso con un techo de menos. Pero es llegar y encerrarse entre cuatro paredes. Es desear que nadie vuelva, que todo sea mío. Que una simple pared sea mía, pero solo mía. 
Odio lo que tengo. Odio que la gente me etiquete por frases cuya explicación está todavía vagando en mi mente. Os odio a vosotros. Odio vuestra presencia, vuestros intentos de acercaros, vuestra necesidad de controlarlo todo, vuestra compañía. Os odio. Y os odio de verdad. Os odio de la manera en la que se explica el odio a una niña pequeña. Os odio por desear vuestra muerte. O algo similar a la muerte, como el no volver a veros nunca más. El no tener que aguantar las palabras por las que me definís. El no tener que aguantar vuestro rechazo. El no tener que aguantar cómo me alejáis de esto a lo que te sientes condenadamente unido para siempre desde el día de tu nacimiento.
Desearía no veros nunca más. No volver a teneros cerca de mí. No sentirme mal por vuestras palabras. No rechazar mi felicidad por teneros contentos.
Desearía la muerte antes que volver a veros mañana.

25/11/13

Acertar

No puedo hacerlo. No debo hacerlo. Arrepentirse de hacer lo que uno siente en cada momento es rechazar lo que te pide el alma. Es no tener sentimientos. Es dejar de ser persona. Es convertirse en el robot en el que quieren que te conviertas. La sociedad te dice cómo vestir, cómo actuar, cómo vivir. Pero no. Los impulsos no son malos, no hacen daño. Los impulsos son lo que ter definen como persona, son lo que hacen que seas como seas. 
El único error del que uno quizá deba arrepentirse es la forma en la que se hace presente cada impulso. Pero el error no es el impulso, sino cómo lo llevamos a cabo. Mis impulsos me determinan, me identifican, me dicen lo que quiero. Solo debo saber cómo y con quién actuar dirigida por mis impulsos para que no me tachen de enferma. Ese es el único detalle a tener en cuenta. Parecer una cuerda en un mundo de dementes.

24/11/13

Indiferente

Nada. Queda nada. Soy la más pequeña. Soy la niña, la ingenua, la que no sabe de nada. Soy la que tienen que llevar de la mano, soy a la que tienen que levantar entre todos. Soy la que se cae con el mínimo golpe. Soy y siempre lo seré. Aunque venga gente nueva, aunque se vaya gente familiar.
Soy la que no alcanza la estantería. La que ve todas sus cosas ahí, encima, a unos metros. Soy la que no llega. La que se ve obligada a mirar, a gritar en silencio, a pedir con los ojos. 
Soy la que salta, la que sigue saltando cada día. Soy la que no llega. Soy la que nunca llegará. Soy la que necesita de alguien para alcanzar los objetos. Soy la que está en la habitación, junto a los demás. Una habitación llena de gente. Una habitación que seguirá llena de gente cuando ya no esté. Nada cambiará. Las horas seguirán pasando.

Soy la prescindible, soy el cuadro del pasillo, soy el pasamanos de la entrada, soy el escalón del segundo piso.
Todos me miran, todos se apoyan, todos me pisan; pero si no lo hicieran, no pasaría nada. Absolutamente nada.

Un poco de tu parte

Y sé que soy yo. Sé que soy la que quiero sufrir. Pero tú no ayudas.
Necesito que salgas, que te vayas. Necesito no verte, porque cada segundo que paso contigo me revive lo que sentí en cada una de esas noches. Y cada vez que me despido vuelvo a caer en la cuenta de lo ingenua que soy y las dificultades que yo misma me impongo.
Necesito que te alejes, necesito que no hables y te lo suplico, necesito que no beses. 
Necesito que dejes de decir que si tuvieras oportunidad estarías conmigo, porque aunque tú no veas la oportunidad, está ahí, diariamente.
Necesito encontrar una salida. La que sea, pero pronto. Porque ya no puedo más. Necesito encontrar a alguien que me muestre nuevas opciones, porque la única opción que tengo ahora mismo se reduce a observar cómo lo único que quiero lo disfrutan los demás.
Yo ya me he dado cuenta de que este camino no lleva a ninguna parte, pero necesito que me dejes vía libre para cambiar de dirección. Necesito que te apartes para poder abrir la puerta.

16/11/13

Acláralo

Dímelo. A oscuras o a contraluz. A máquina o a ordenador. Solo dímelo. Con dos palabras o con un gesto. Con canciones o con mensajes. A boli azul o a boli verde. 
Dímelo. Suéltamelo. Susúrramelo. Grítamelo. Como quieras pero a mí. Que mis ojos sepan lo que ven. Que mis oídos sepan lo que oyen. Que mi corazón sepa por quien no late.
Solo dime: a solas.

15/11/13

Confesión

Palabras vacías. Canción de otoño, triste y fría. Rota por dentro. Muerta, vacía y sin miedo.
Desistiendo. Fundiéndome con el aire. Deseando volar y escapar junto a él. Sin fin, sin motivo, esperando el funeral abandonado.
No puedo dar más, y si con eso no me basta para qué el esfuerzo. Para qué soñar con algo inexistente. Palabras que deberían quedar escondidas entre tus labios. Ingenuas esperanzas que me dejan de pie, al final de la cola. Quieta, viendo cómo avanzan y viendo cómo desearía caer por el precipicio que tengo a mis espaldas.

Sin apetito, sin sed, sin ganas de nada. Sin canciones que cantar. Sin amigos a los que ver. Sin personas a las que odiar. Un mundo idílico al que nunca llegaré. Historias inventadas, películas en mi cabeza, frases con sentido imaginario. Habitaciones incorpóreas. Soledad inalcanzable.
El infierno ha llegado. No podré echarlo de menos. Aunque esté a millones de kilómetros de aquí. Incomodidad diaria. Último mono de la fila. Ni siquiera llego a eso. La última, la que desea caer y desaparecer dejando ese hueco cuyo vacío llenará más que yo. 

Los segundos se reducen a la incomodidad, al desprecio, a la escasez de valoración. Los minutos de ausencia de sentimientos se rellenan con horas de estudio. Horas frente a papeles escritos que me hacen olvidar cómo y con quién vivo. Papeles que me hacen pensar en cosas inútiles, pero que me hacen dejar de pensar en la suerte. En la mala suerte.

Aprecio lo que tengo, pero no lo quiero. No de esta manera. Lo cambiaría a la mínima oferta. En parte por regalar una vida desaprovechada y en parte por dejar de lado mis acontecimientos.
Estudiar nueve horas al día, apretar los dientes cada vez que hay alguien en casa, entrenar con esfuerzo para calentar banquillos, tener amigos a los que no veo, perder amigos por no poder verlos, fijarme en quien no debo, elegir el camino más complicado y mentir para que el mundo no se ofenda.

No preguntes, no hables, solo actúa y si quieres susurra. Hadme compañía y arriésgate si quieres, yo no te juzgaré y quizás te salgan bien las cosas. Pero una cosa está clara. Yo ya no me moveré, no tengo intención de hacerlo, nada me empuja a ello. Así que no iré a por nadie, porque nadie se lo merece. Ya no.

9/11/13

Cualquier respuesta será buena

La decisión es tuya. Es difícil porque el deseo de revivir esos momentos únicos subyace bajo los golpes.
Duele terminar, duele dejarlo. Y más aún cuando sigue presente en tu vida.
Pero las épocas cambian y las personas que hay en ellas también. Hay que pasar a un nuevo diario. 
Tranquilamente pararse a pensar en disfrutar de las nuevas compañías. Disfrutar de los días, aunque sean duros, pero al menos disfrutar de la gente que te acompaña.
Sufrir cuando está y sufrir cuando no. Si sigue estando la huella seguirá quemando. Si se ausenta de tus días y de tu mente, la huella se intensificará durante un tiempo para luego desaparecer. 
¿Dolor constante, leve y eterno o dolor intenso que no vuelve? La intensidad desgastará la fuerza de los golpes, se desintegrará hasta desaparecer. Pero eres tú quién decide responder.
Solo levanta la cabeza, abre los ojos y mírame, porque yo limpiaré tus lágrimas si me dejas y te haré compañía mientras pueda.

3/11/13

Cansada

Perra vida sin futuro. Sin motivos para continuar. Con esfuerzos que no llegan a valer la pena. Con historias no vividas. Con historias que no comienzan.
Mis años, mi tiempo desperdiciado por personas que ni siquiera conozco. Trabajo que no me alimenta. Sentimientos que no me llenan. Y seguir en segundo plano.
La vida ajena no es mejor ni peor. La vida ajena simplemente no es mía. Pero se vive. Yo solo veo pasar las horas delante del camino que me obligaron a tomar. 
Es como hacer una película. Todos tienen su cometido y todos pierden el Goya juntos. Pero tú ni siquiera tienes entradas para la gala. Aunque fueras de las pocas personas que desde el principio creyó en el rodaje.

Desengaños, dolor, risas, cansancio, gritos, cariño, besos, amor, reencuentros, egocentrismo.

Cada uno es el centro de su universo y alrededor de mi sol sólo gira Plutón. Frío y lejano. Pequeño y poco visible.
Nunca entenderé que nadie me espera. Nunca entenderé que nadie está junto a mí. Nunca entenderé qué hizo cambiar mis días para convertir los momentos de descanso en incomodidad y odio hacia aquellos que me creyeron confundida o hacia aquellos a los que la confunsión les nubló mi visión.

2/11/13

Enhorabuena


Si consigo hacerlo, cuando consigo hacerlo; ves la parte que no existe. Me dices que no lo guarde dentro, que lo saque, que estáis para eso. Pero un día de mi vida que me siento con ganas de contar algo, me escuchas y oyes ruidos de fondo que no existen. No eras tú. Si lo hubieras sido habría hecho lo posible para que no lo leyeras. Pero nada, tú en tus paranoias y en tus fantasmas.
Ni siquiera sé si puedo hablarte. Ya no sé qué pensar. Si por cada acto, cada mirada o cada abrazo vas a pensar que quiero algo más, es que no me conoces. Me hacéis rechazaros. Son sentimientos ausentes; confusión, amor, locura.
He sido sincera. Te he contado más de lo que la mayoría sabe. No tengo motivos para mentirte o para perseguirte. Con lo fácil que es hacer una pregunta. Me conocías y no eres capaz de mirarme a la cara para resolver la duda que te ronda por la cabeza. Tienes que mandar a secundarios para evitar escuchar una respuesta imposible. Cobarde, infantil, egoísta.
Que vuelva el color si quiere, que yo ya no lucho por nadie. Ni siquiera por mí.

1/11/13

La cúspide del salto

Y yo preocupada. Pensando en ti. Mirando tu camino. Evitando que tropezaras. Ingenua de mí. 
Luchar por nada, trabajar por nada. Mienten cuando dicen que con esfuerzo se consigue todo. La constancia y el esfuerzo malgastados. ¿Para qué? Para nada. Seguir respirando para ver cómo otros se llevan el premio cuando tú has estado delante de él, esperándolo durante años.
Labios de propiedad ajena. Mi consuelo se remueve entre tus caricias destinadas a otro. No me comparo a nadie. No miro el nivel del resto junto al mío. No miro cuánto han hecho otros para conseguir lo que a mí siempre se me escapa de las manos.
Miro el resultado. El mío ni siquiera es vacío. Es tan inexistente que no llega a tener nombre. Lucho sin motivo, para conseguir nada. 

Ni siquiera quedan las personas. Esas personas que creí importantes en mi vida están desapareciendo. La distancia en todos los aspectos y su olvido o sus inventos.

Creciendo, dando forma a mi vida, una forma subrealista, deformada y con espacio. Ese espacio amplio que no tiene fin. Gris, azul, negro, no llega a morado. Ni frío, ni calor. Cayendo sin más, buscando un fondo sombrío que nunca llega. Lágrimas derramadas. ¿Para qué? Para nada. Estúpidos sentimientos. Estúpidas mentiras. Y todos me creen. Todos. 

Mi amor pasado convertido en cariño y visualizado por mentiras y dolor. Mi amor destrozado y olvidado que no sabe el nuevo paso que ha dado. La pelota es visilble, pero nadie sabe a qué tejado irá.
Solo una palabra: cariño. ¿Cómo darlo sin haberlo recibido? 
La presencia incómoda que no me deja vivir mis días. No me deja reír ni llorar en ausencia de los demás. Un coche, una ventana. 
Los de fuera me ven con sus ojos indiferentes y los de dentro no me ven con sus ojos cegados por la confusión de no querer aceptar las cosas que vienen. Por no aceptar que la perfección es aquello que uno no tiene. Por hacer daño con solo palabras absurdas y tan inverosímiles que uno se las cree al decirlas para seguir soñando con una realidad alejada del dolor.

La muerte espera. La dulce muerte que no te pide nada. No te pide esfuerzos, no te da alegrías. Solo viene y se va. Sin hablar. Sin respirar. Viene y va, sin dar ni quitar. Viene porque la vida se va, nada más.
¿En quién confiar? Solo en una persona. En ti. Cuando lo hayas conseguido, habrás hecho el mayor logro de tu depravada existencia. Porque el vicio a vivir se remonta a los antiguos. Se remonta al momento en el que se decide crear vida para compartir el dolor del lento paso del tiempo.
Mi lucha va terminando. No es elegir la derrota. Es darse cuenta de que ese es el sino. Si por cada golpe que das, cinco vienen de vuelta, no puedes más que pensar que tu final está aquí. La lucha deja de tener sentido cuando no tienes fuerzas ni motivos. Deja de tener sentido cuando sabes que ya has perdido.
Lucha por estar, lucha por avanzar, lucha por acertar, lucha por crear, lucha por amar. Lucha por ti y lucha por mí.

Todo esto, se ha acabado.