25/5/13

Incapaz

Vaya. No sé cómo responder a esto. No me siento perdida, o al menos eso creo. Solamente me siento incapaz de responder. El sufrimiento ajeno es tan cercano y tan lejano a la vez.

Sé lo que me han hecho. Han desgastado mi confianza poco a poco, pero quieras que no, me han dejado ser persona. No me siento agradecida por ello, porque mi confianza aún se ve afectada, pero tampoco siento ese rencor que hasta hace poco me consumía por dentro.
Me siento cual extranjero de Camus. El escepticismo me ronda la cabeza y la duda se plantea vivir en ella.
No sé si alguien ha trazado un plan para llevarme hasta este punto, pero la verdad es que no sé cómo actuar. 

No sé qué hacer. No sé si dar las gracias por no sufrir tanto. No, no creo que deba hacer eso. No se puede dar las gracias cuando sufres menos que los demás. Se deben dar las gracias cuando no sufres. Lo único que puedes hacer cuando ves a alguien sufrir más que tú es esto. Pararte y pensar. Pensar que podría ser peor, pero no dar las gracias. Si das las gracias estás regodeándote en el sufrimiento del vecino. En el fondo y aunque suene duro, estás dando las gracias de que sea él quién sufre en vez de tú.
El sufrimiento ajeno suele ser el peor. Ver cómo alguien se consume poco a poco sin poder hacer ni sentir nada. Solo observando cómo acaba todo sin poder mover una sola pieza.

Deberíamos saber en qué época vivimos y limitar la libertad con el fin de favorecer; no basándonos en una propia opinión fundada en un pasado reprimido e insatisfactorio para todos.

23/5/13

Momentos a solas

Si ves que me alejo será por algo. Si realmente te necesitara me tragaría el poco orgullo que tengo y te abriría paso. Pero no es así. No sé cómo mostrártelo de manera más evidente. Te evito en todos los sentidos. No sabes apenas nada de mí desde hace casi ya un año. ¿Y ahora vienes con esto?
No tienes derecho. Seas lo que seas para mí no tienes derecho a ello. Nunca me has preguntado sobre ese aspecto de mi vida y ahora, en el peor momento, vas y sacas el tema. Alguna mente absurda pensaría, ¡qué casualidad!

No puedo mentir. Te odio. Desearía salir de aquí y no tener que verte diariamente. Porque me recuerdas todo lo malo de mí. Me recuerdas tu cara de incredulidad y decepción.
Me veo obligada a seguir en este pozo, pero prefiero estar sola que con tus incómodas preguntas.

No pienso hablar contigo. No quiero hacerlo. Y además, ¿cómo pretendes que te hable cuando estás en silencio?
No puedes pretender que la gente hable a cambio de nada. Tu vida es tu vida, yo no me meteré en ella y no preguntaré. Puedes contarme lo que quieras aunque sinceramente me es indiferente.
Pero quizá, el primer paso para invitarme a hablar sea dar uso a la sinceridad y dejar de lado el egoísmo y así pensar un poquitín más en los demás.

18/5/13

Y de nuevo el final


Realmente no creo en el final. La palabra fin se define como límite de algo, como un impedimento para avanzar. Sin embargo, yo creo que el tiempo sentencia la palabra fin. El tiempo continúa y avanza sin que nadie pueda evitarlo. 

Por tanto, ¿el fin es la muerte? ¿Quién puede asegurarlo?

A menudo, se han etiquetado como locos a personas que han vaticinado la muerte de nuestro planeta, pero la muerte no implica fin, sino cambio. Y  las cosas cambian.
Muchos piensas que algunas relaciones se resienten porque la persona a la que creía que conocías ha cambiado de repente, pero no siempre es la persona, también es la situación. 

El tiempo no cambia a las personas, sino que lleva a las personas a situaciones totalmente diferentes. ¿Crees que los que te rodean han cambiado?¿Crees que esa relación se va perdiendo por culpa de los demás?
No. No lo entiendes. La situación cambia. Cuando una relación se sostiene por la presencia de terceras personas, la relación acaba por no dejarse ver.
Cuando decides labrarte un futuro a base de esperanzas vanas y rechazando la única ayuda que tienes, la mano amiga empieza a cerrarse.

No pretendas que el mundo actúe como tú quieres que actúe. A las personas le surgen problemas incomunicables que hacen que las prioridades cambien. Las relaciones son importantes, pero cuando no tienes pan que llevarte a la boca no puedes centrarte en satisfacer a tus seres queridos.
Si una persona se pasa la vida haciendo sentir bien y cómodos a los demás, en el momento en el que otras cosas se ponen por delante, el hecho de hacer sentir bien a los demás desaparece. Esto no significa que la persona haya llegado a un fin. La persona no ha dejado de ser lo que era. El problema es que no tiene oportunidad, pero si la tuviera seguiría haciendo sentir bien a los demás. 

Las prioridades cambian y algunos antiguos hechos se dejan a un lado. Pero no llegan a su fin, solo se apartan y nuevos hechos surgen a causa del tiempo.

Ya está. Solo deja las cosas tranquilas y si quieres se hablan, pero no pretendas que actúe como siempre porque ese como siempre ha cambiado, tanto para mí, como para ti, como para los demás. Ya no somos los mismos. Ninguno de nosotros es igual, pero es comprensible, estamos buscando nuestro futuro.
No sé si estarás en él, y sinceramente quiero que estés; pero en este momento no puedo centrarme en mantenerte junto a mí, porque ni siquiera puedo mantenerme yo sola. Sin nadie a quien mantener me estoy ahogando, así que entiéndeme cuando te digo que no puedo sostenerte e intenta mantenerte a flote de forma autónoma.
Sabes que te quiero y te necesito, pero también me conoces y sabes lo débil y cobarde que soy, así que déjame hacer daño y te suplico que sigas aquí cuando me toque recogerlo todo.

La decisión de un adulto

El tiempo hace que las personas crezcan, maduren y escojan caminos. Nadie puede asegurarte que el escogido es el bueno, pero cada uno elige el suyo. Yo elegí el mío y no creo que me haya equivocado, pero tengo la sensación de que tampoco es el correcto. Sé que en parte me favorecerá, pero a veces pienso que he escogido el sencillo. Y quizás debería haber elegido uno más complicado de seguir. 
Mi viaje consiste en recorrer una autopista aislada con un tanque policial detrás que me obliga a avanzar en esa dirección sin poder girar o frenar. Por mi autopista se cruzan varios caminos.

Uno de ellos hace tiempo que empezó a alejarse, pero todavía es visible desde aquí. Ese viajero logró librarse del tanque policial, pero a cambio se ha visto obligado a cambiar de carretera. Ahora, viaja por una carretera de campo llena de baches. El viajero parece avanzar a trompicones, pero no se ve muy bien desde aquí.

Otro de ellos es una especie de montaña rusa. Está junto al mío y su tanque policial viaja al mismo nivel que yo. Sin embargo, el viajero sube y baja de vez en cuando para acompañarme. Desde aquí parece subir cada vez más, pero al mirar al frente veo que seguirá bajando.

También hay otros dos bastante curiosos. Uno de ellos está muy lejos del mío, de hecho, ni se ve; pero cuando miro hacia atrás se atisba un punto en común con el mío. El otro del que hablo es uno que apenas veo por la niebla. Sin embargo, creo que su tanque policial se comunica con el mío.

En mi autopista a veces también hay otros viajeros. Hay dos o tres de ellos que aparecen por sorpresa cuando menos me lo espero y que intentan que ponga atención a la carretera. Estos aparecen y desaparecen a su antojo. El problema es que su presencia es tan efímera que no tengo tiempo de decirles que estoy intentando encontrar un desvío. Y eso me irrita. Lo que hace que en esos momentos pasajeros no sea amable con ellos y creo que a este paso lograré que no vuelvan a aparecer por mi autopista.

También están los viajeros más recientes que acaban de aparecer y que parecen tener una dirección similar a la mía. Algunos de ellos son bastante novatos en esto de conducir y hay un par que viajan bastante cerca de mí.
Y bueno, por último están los que como yo están buscando un desvío aunque con mayor o menor prioridad que la mía, ya que dependiendo de la prioridad la nueva carretera podrá ser mejor o peor que la actual.

Yo ahora mismo no sé qué hacer para mejorar mi comodidad dentro de este habitáculo, lo único que sé es que al final del camino, no veo más que el espacio suficiente para que únicamente pase un viajero.

7/5/13

El final

No sientes nada, ni siquiera vacío. 
No es nada. 
Es triste cuando llega, sabiendo de antemano que pronto llegaría. Pero más triste es cuando nadie te avisó de lo que ocurría.
Sabemos que la vida pasa por varias etapas y unas van dejando atrás experiencias, nombres y personas. Las cosas acaban y llegan a su fin. Muchas veces nos arrepentimos de no haber aprovechado más de lo que podíamos, pero siempre nos alegramos de lo vivido.
Sin embargo, un día te despiertas y sin que nadie te avise te das cuenta de que ha llegado. Aquello que parecía tan lejano y de lo que nadie hablaba.
Miras al aire y te sientes estúpido por no haberte dado cuenta de que el tiempo de descanso se convirtió en un para siempre. Eres la persona ingenua que no se dio cuenta de lo evidente, que el tiempo daría rienda suelta al final.
No queda otra que resignarse y seguir luchando para nada. Mientras, lo poco que daba vida se va sin más, sin avisar y los días pasan eliminando cualquier vestigio del pasado. 
Los días pasan, las horas se suceden y tú en tu lucha interna y absurda, sigues perdiendo fuerzas hasta quedar débil ante un final inevitable y desafortunadamente tardío.